4.9.12

Escuchar, amar, cumplir

Domingo 22ª de Tiempo Ordinario. Año B.

Las lecturas de hoy nos invitan a escuchar y pensar con nuestros corazones, cultivando la pureza de corazón y rechazando las tradiciones que carecen de la justicia y la misericordia de Dios.

Cantares 2:8-13 y Salmo 45:1-2,6-9
o Deuteronomio 4:1-2,6-9 y Salmo 15
Santiago 1:17-27
Marcos 7:1-8,14-15,21-23

Esta semana conversan Larissa Kwong Abazia, Jackie Belile y Sarah Carpenter-Vascik.

Nuestra conversación sobre los pasajes bíblicos del leccionario de esta semana comenzó con Santiago 1:17-27. ¿Cuál es el camino de la sabiduría de Dios? El libro de Santiago sugiere que es la "ley de la libertad" (Santiago 2:12). Y esa ley empieza por cumplir. Los cumplidores de los requisitos básicos de justicia de la ley, se ponen en riesgo en ámbitos de actuación en los que inevitablemente se nos desafía a saber quiénes somos en realidad. Los actos de justicia sostienen el espejo que permite nuestra transformación de corazón, mientras que las obsesiones y argumentos doctrinales simplemente nos mantienen en la esclavitud.

Tanto los hechos como las palabras importan en el libro de Santiago. Y al principio de la lectura de hoy, se nos invita a estar listos para escuchar, no para hablar (Santiago 1:19). Este es un tipo de escucha que requiere la escucha interior. Sarah, una mujer transgénero, nos recuerda: "Antes de mi transición, necesitaba dar un paso atrás y lejos de todos los consejos externos que estaba recibiendo de la gente. Necesitaba prestar atención realmente a la voz de Dios en mi interior, en medio de todas las otras voces". Las personas LGBT sabemos que es a menudo una cuestión de vida o muerte que distingamos las voces y aprendamos a confiar en la escucha interior. El autor de Santiago nos provoca, sin embargo, a recordar que esos momentos de contemplación no pueden separarse de los hábitos del servicio y la justicia.

Escuchar a los demás sin un corazón que discierna en oración puede conducir a la incapacidad. Las palabras pueden ser hirientes y peligrosas, y pueden afectar a otros de maneras que el hablante no puede imaginar. Los que están en el poder en nuestra denominación, iglesia local o en el ámbito civil, pueden tener el poder de invocar la "tradición" o de etiquetar a los demás: por ejemplo, cuando solo hombres deciden sobre la ordenación de mujeres o solo heterosexuales deciden sobre la ordenación de las personas LGBT en la iglesia. Fatigadas por la lucha en contra de los pronunciamientos interminables, las personas LGBT pueden llegar a este punto: "Ya no sé si puedo escuchar más". No podemos ignorar la realidad del poder idealizando una postura de escucha falta de crítica y discernimiento. Podemos, en cambio, manifestarnos para recordar que quienes están en el poder pueden transformarse a sí mismos, cuando tienen el coraje de escuchar a las personas LGBT como la voz de Dios.

¿Qué haces para escuchar la voz de Dios en medio de tantas voces que dicen tantas cosas? ¿Dónde está la voz de Dios en quienes te juzgan contaminado o manchado? ¿Está realmente allí? ¿Qué prácticas espirituales son importantes para ti a medida que estás atento a la voz de Dios?

La preocupación por evitar mancharse o contaminarse -y la eficacia de las leyes humanas de pureza- están claras, también, en Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23. Allí, la observancia de los hábitos de purificación ritual por parte de algunos líderes religiosos del primer siglo son desafiados por Jesús. Entonces, como ahora, los códigos y las reglas podían ser utilizados como armas de "porteros" para evitar encuentros con los demás o para decidir "quién está dentro y quién está fuera". Jesús recurre a la tradición profética de Isaías para desafiar "preceptos humanos", que se erigen como sustitutos de la auténtica ley de Dios, una ley destinada a crear una pureza de corazón que busca encontrarse con "el otro", no escapar de él. (Marcos 7:6-7 e Isaías 29:13).

Estas duras palabras sobre los códigos de pureza no son solo para los que empujan a otros afuera. Las palabras desafían los códigos de pureza internos que llevan a muchas personas LGBT dentro de sus propios corazones. Sabemos que muchas personas, y las personas LGBT en particular, llevan a un profundo sentido interiorizado de que están corrompidos de arriba a abajo y son incapaces de producir buen fruto, acciones justas y compasivas. Abordar esta mentira arraigada requiere escucha pastoral, narración de historias en comunidad y reflexión teológica sobre los dones de nuestra vida. También nos llama a superar nuestra propia negatividad mediante la acción compasiva, para que podamos recordar quienes somos realmente. Unidos a Dios en la acción justa y amorosa, estamos cada vez más profundamente modelados en Dios.

Dicha acción justa y compasiva nos invitará a actuar y desafiar a los sistemas y leyes destructivos y portadores de muerte dondequiera que los encontremos -en el interior de la iglesia o fuera de ella. Nos resistimos también a los preceptos sexistas, racistas, heterosexista y género-dualistas en la familia y en las convenciones sociales. La iglesia debe desafiarlos a todos. Es nuestra llamada a evaluar y cuestionar las tradiciones a la luz una comprensión, en continuo despliegue, de la creación, de la justicia y del evangelio de la gracia de Dios.

¿Dónde has oído juicios sobre ti que te declaran impuro? ¿Qué se dijo? ¿Cómo respondiste? ¿Cuándo podrías estar haciendo juicios similares?

Anhelamos una ley dadora de vida, normas que generen libertad, justicia y pureza de corazón. ¿Dónde acudir para obtener exhortaciones y normas que nos fundamenten e inviten al encuentro, al crecimiento, y a la escucha liberadora de la nueva Palabra de Dios?

En el libro de Deuteronomio 4, leemos acerca de la llamada de Dios a su pueblo: " escucha los preceptos y las normas" (versículo 1). Nos preguntamos: ¿Por qué la llamada ha sido a menudo utilizada como semillas peligrosas de supremacía religiosa, obediencia incuestionable a las reglas, y cerrazón? Al mismo tiempo, sabemos que la fidelidad y la obediencia reflejan el pacto de amor que compartimos con Dios. El leccionario nos invita a volvernos a los salmos y al Cantar de los Cantares, otras palabras de la Escritura hebrea, para sumar y formar nuestra comprensión de la fidelidad.

En el Salmo 15, el salmista hace referencia a alguien que "camina con rectitud" (versículo 2), y que encuentra eco en el testimonio de Jesús y en el autor de Santiago. La verdadera religión, la verdadera seguridad espiritual, reside en un estilo de vida sincero, en la atención a las necesidades y a la reputación de nuestros prójimos, y la integridad hasta el propio sacrificio. "El que así se comporta, jamás sucumbirá" (v. 5).

Las personas LGBT que buscan una vida santa saben bien lo que es recibir injurias. Sabemos lo que es experimentar el mal de la mano de amigos bien intencionados. Sabemos que el coste del reproche público: los esfuerzos organizados para impedir el acceso equitativo a los beneficios conyugales, el empleo y las oportunidades de vivienda, y la privación de la bendición de la iglesia. El Salmo 15 nos desafía a imaginar que nuestra paz duradera no proviene simplemente de batallas exitosas para el progreso social, sino de estilos de vida fieles en la práctica de la justicia. Esto no se debe a que tales actos sean necesarios para ganar el favor de Dios, sino porque los estilos de vida de justicia y servicio nos sitúan en el encuentro perpetuo con los demás y con nosotros mismos.

¿Qué significa despreciar a las obras del mal -incluyendo aquellas dirigidas a nosotros- sin restar valor sagrado de aquellos que pecan contra nosotros?

La inclusión del Cantar de los Cantares en el leccionario nos debe llevar a valorar este raro testimonio antiguo, que es con toda claridad una bendición sin complejos del amor sexual. Hay gozo en el Cantar de los Cantares 2:8-13, (un texto conocido como "rapsodia de primavera"). Hay saltos, brincos, miradas y cantos. Cuando reflexionábamos sobre el pasaje, nos imaginábamos el alivio y la liberación de los amantes en la primavera de las victorias legislativas en favor del matrimonio gay y las uniones civiles en todo nuestro país. Este antiguo texto sobre la belleza, el deseo y el amor (¡fuera de las tradicionales normas maritales entonces o ahora!) comunica el anhelo trascendente, la esperanza y la alegría potencialmente conocidos en todas las formas de unión erótica, cuando la ternura, el aprecio y la invitación a la comunión están presentes. Nos atrevemos a imaginar que las generaciones de amantes nacidos en las iglesias inclusivas podrán practicar una espiritualidad encarnada, un vehículo más fiel de recibir todos los dones de la sabiduría de Dios, sanando este mundo, y bendiciendo incluso a nuestros adversarios. "Levántate, mi amada, hermosa mía, y ven" (versículo 10). Oigamos en estas palabras una invitación a encontrarnos con este mundo, en lugar de tratar de escapar de su mancha.

¿Qué nos enseña el amor de Dios sobre el amor humano? ¿Y qué tiene el amor humano que enseñarnos sobre el amor de Dios? ¿Cómo podría el temor de lo erótico interponerse ante la profunda apreciación y la atención a los otros?

Oración inclusiva

Venimos, oh Dios, con gracia derramada en nuestros labios
por el amor incondicional que Tú nos ofreces.
En Ti todo el derecho, la justicia y el amor se busca
en nuestros corazones y se realiza en nuestras acciones.
Sin Ti, nuestro corazones están huecos;
la maldad se vive en nuestras interacciones y nuestros afanes están vacíos.
Guíanos para que podamos unirnos, como una comunidad,
para escuchar de verdad  las voces y las historias de otros.
Ayúdanos a evitar la división humana que nos llama
a ver a las personas  gente como "otro" en lugar como de hermano, hermana o amigo.
Sólo entonces podremos actuar en forma de amor por todo tu pueblo.
Espíritu, úngenos para cantar canciones de amor por toda la creación. Amén.

Versión original en inglés: Out in Scripture