22 de enero de 2012
Domingo 3º después de Epifanía. Año B.
Puede que los comentarios dramáticos no sean frecuentes. Sin embargo, aquí se nos invita a aprovechar esas pocas ocasiones de transformación. Durante estos días santos, después de la Epifanía, Dios nos llama, tanto espiritual como políticamente, a dar un paso con audacia hacia lo desconocido.
Jonás 3:1-5, 10; Salmo 62: 5-12; 1 Corintios 7: 29-31; Marcos 1: 14-20.
El Salmo 62:5-12 nos recuerda que el "balance final" no tiene que ver con las finanzas o la política. El balance final por el que todas las cosas son tenidas en cuenta es solo Dios. Cuando el salmista poéticamente recuerda que "Dios habló una vez, y yo lo escuché dos veces: Tuyo, Dios mío, es el poder" (versículo 11), nos vemos desafiados a recordar que aunque la palabra de Dios aparezca como un momento único, nosotros la escuchamos en diferentes momentos y de diferentes maneras.
¿Qué sería diferente en tu vida si esperases solo en Dios, si pusieras tu confianza solo en Dios?
Jonás 3:1-5, 10 nos llama a mirar, no al profeta Jonás, sino a la extremadamente grande ciudad de Nínive y a sus sorprendentes actos de arrepentimiento. Sí, el escenario político puede cambiar de un día para otro. El cambio es así de brusco, así de dramático. El momento de conversión de Nínive era ciertamente inesperado por Jonás. Esta misericordia inesperada desafíará a Jonás en su propia necesidad de una conversión radical en el próximo capítulo de la historia.
¿Qué significa que Dios se arrepintió (v. 10)? Con qué facilidad nos olvidamos de que la acción humana está tan entrelazada con nuestras percepciones de las acciones de Dios, que la afirmación de que "Dios se arrepintió" puede ser nuestro mejor intento de explicar aquellos actos de Dios que no cumplen con nuestras expectativas. Tenemos la visión de un tiempo en el que gran parte de la iglesia diga que "Dios se arrepintió" en lo que se refiere a las personas LGBT y a las relaciones no heterosexuales, declarándonos benditos en lugar de malditos. Por supuesto, algunos de nosotros tenemos claro que esa es ya la verdad. La mente de Dios no tiene que cambiar, sólo las percepciones de la gente sobre la mente de Dios.
¿Te han demandado alguna vez las inesperadas acciones de Dios una conversión o cambio radical?
1 Corintios 7:29-31 habla de cómo nosotros, como personas de fe, vivimos en un mundo que está cambiando. La respuesta: tomar las cosas levemente. No trates de aferrarte a lo que crees tener. Permanece en el medio de tus emociones, tus relaciones, tus negocios, sin permitir que esas cosas definan tu vida o tus expectativas.
¿Cómo cambiarían tus prioridades, acciones y compromisos, si vivieras como si el reino de Dios fuese la realidad que viene, en lugar de basar tus acciones en el mundo conocido que nos deja?
Marcos 1:14-20 parece llamar la atención sobre la respuesta radical de Simón, Andrés, Santiago y Juan cuando escuchan la llamada de Jesús. Sin embargo, nos preguntamos lo que hace posible que algunos respondan de inmediato, mientras que para otros la respuesta es más difícil. ¿Que evitó que el padre Zebedeo y los jornaleros respondieran a la llamada? La respuesta no puede ser tan simple como creer que Jesús extendió la llamada sólo a unos individuos específicos.
Judith Hoch Wray comenta: "Cuando siento la tentación de creer que la llamada de Dios a que viva públicamente como lesbiana crsitiana es una llamada universal, me acuerdo de las dinámicas de poder que hacen que sea difícil para algunas personas LGBT, si no imposible, responder a esa misma llamada a estar fuera del armario." No todos responden al mismo tiempo o de la misma manera. Cada uno de nosotros experimentamos momentos de estar prepadados para responder a la transformación. Estos momentos no siempre coinciden con la llamada que nos han hecho. ¡Qué gracia que la llamada no se va! La invitación de Dios vuelve una y otra vez hasta que estemos realmente preparados para responder (compárese con Jonás 3:1 "por segunda vez").
¿Cómo nos impide o nos permite nuestra responsabilidad y nuestro poder en la comunidad, responder a la llamada de Dios? ¿Cómo respetar y desafiar las respuestas de los demás, sin juzgar su fidelidad al llamado de Dios?
Oración inclusiva
Sí, Dios, llama nuestra atención.
En medio de lo mundano,
llamanos y ayúdanos a oír.
Manifiéstate a nosotros y ayudanos a ver.
Concédenos el coraje de aceptar el cambio.
Solo de ti viene de la transformación
que crea nuevas relaciones y un nuevo mundo.
Que así sea. Amén.
Versión original en inglés: http://sites.hrc.org/scripture/?page=01-25-09