26.7.11

Pan -y lucha- para el camino

31 de julio de 2011
Domingo 18º de Tiempo Ordinario (Propio 13). Año A.

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Nuestro camino hacia la autenticidad con frecuencia implica lucha, incluso con nuestras ideas preconcebidas de Dios. Las cicatrices causadas por esta lucha, pueden ser signos de esperanza y de nuestra novedad duramente ganada.

Las imagenes del pan que da la vida se encuentran en Isaías 55:1-5 y Mateo 14:13-21. Los capítulos 55-56 de Isaías usan imaginería y lenguaje para describir las nuevas posibilidades en un futuro que Dios proveerá para toda la creación. Todos los hambreintos y sedientos serán saciados sin necesidad de dinero para comprar el pan (versos 1-2). La alianza eterna de Dios incluirá a los marginados sexuales y a los extranjeros a quienes se les darán nombres mejores que el de hijos e hijas (Isaías 55:3, 56:3-5).

Esta misma imaginería se puede encontrar en la narración de Mateo en la que Jesús da alimento a 5.000. El pan que Jesús provee para esta diversa multitud de hombres, mujeres y niños es una analogía del banquete mesiánico, que es el símbolo de la plenitud del reino de Dios. La acción de Jesús de tomar, bendecir, partir y dar los panes y los peces a la multitud, recuerda la acción que repetirá con sus discípulos en la que instituye la comida eucarística o Santa Comunión de la iglesia. El "banquete" que tiene lugar en el desierto al dar alimento a 5.000 con cinco panes y dos peces, se yuxtapone al banquete de Herodes (Mateo 14:1-11) en el que Juan el Bautista fue decapitado -que es el contexto más amplio para este milagro en el ministerio de Jesús.

La promesa de un banquete que se ofrece a todos, y la invitación a participar en una alianza que da vida, que honra a quienes han sido marginados en la religión y en la sociedad a causa de su sexualidad y otredad, es en realidad un pan que da la vida "sin dinero y sin precio" para las personas LGBT. Esta es una imagen poderosa de la Eucaristía o Santa Comunión para las personas LGBT a quienes les han denegado el acceso a la mesa como participantes o como celebrantes -"A todos los sedientos: venid".

¿Cuáles son las prácticas de Eucaristía o Santa Comunión de tu comunidad de fe? Además de un banquete inclusivo, ¿qué otras imágenes de la Escritura o de la  liturgia de la iglesia son dadoras de vida para las personas marginadas?

La palabra "compañero" deriva del latín cum pane: con pan. Solo los compañeros (camaradas) comparten el pan. Cuando comparto el pan contigo, entonces esa sustancia que entra en mi cuerpo para alimentar mi vida física es la misma sustancia que entra en tu cuerpo para alimentar tu vida física. Esto es válido para la Santa Comunión  o Eucaristía, que alimenta espiritualmente nuestras vidas cuando participamos juntos como compañeros. Partir el pan y participar del pan testimonia nuestra necesidad mutua de vida física y espiritual. Convertirse en compañeros al comer el pan sucede sin tener en cuenta nuestro género, raza, origen étnico, nivel económico u orientación sexual. Todos necesitamos vida física y espiritual. Es compartiendo juntos comidas como tienen lugar la veradera intimidad y la solidaridad. El Jesús que no es reconocido [en un primer momento en Emaús], solo se hace plenamente conocido cuando juntos se comparte una comida -mediante la fracción del pan (Lucas 24:35).

¿Cómo se aplica en un contexto global esta comprensión de la Eucaristía o Santa Comunión, esto es, la necesidad que tienen todas las personas de vida física y espiritual?

Génesis 32:22-31 nos recuerda la famosa historia del combate de Jacob con Dios, justo antes de que se encuentre con su hermano Esaú, con el que está enemistado. En la lucha, el nombre de Jacob se cambia por el de Israel, y en adelante caminará con una cojera. Descubrir nuestra auténtica identidad en Dios, implica con frecuencia lucha -un lucha de por vida para quitar las capas de un falso yo, para poner al descubierto quiénes somos auténticamente a imagen de Dios. Esta imagen de Dios, sin embargo, está contenida en nuestras vidas humanas ordinarias, ejemplificadas en esta historia por la cojera de Jacob. Esta historia de tansformación, como la promesa de Isaías 56:3-5, indica que el camino a "un nuevo nombre" esta marcado con frecuencia por la lucha. Como da tesitmonio la comunidad transexual, llevamos con frecuencia, igual que Jacob, las marcas de dicha lucha en nuestros cuerpos físicos.

Es tan fácil tener una religión -ser parte de una comunidad que te dice lo que es la verdad -y entonces seguirla ciegamente. Pero con demasiada frecuencia, esta verdad no es nada más que las creencias culturales que tienen poco, o nada que ver, con la Palabra de Dios. Para luchar con Dios de forma que uno pueda vérselas cara a cara con Dios, se requiere el riesgo de perder la certezas de la vida. El misterio de Dios deja bastante espacio para las complicaciones. Un encuentro con Dios puede significar que andemos cojeando -una herida causada cuando uno abandona las falsas muletas que llamamos verdad, o una herida que nos espera desde la comunidad de fe de la que procedemos, cuando desafiamos las verdades preconcebidas sobre Dios.

Algunas veces, sin embargo, esas heridas y cicatrices son marcas de orgullo por haberlo conseguido con lucha -o por haber exigido la bendición a toda costa. En las religiones indígenas africanas y en las culturas tribales de los nativos americanos, las marcas de la iniciación son exhibidas con orgullo como signo de ser parte de la comunidad. Hay quienes en la comunidad LGBT han luchado, arriesgado y ganado en intentos de co-crear una comunidad justa. Sus cicatrices, aunque constantes recordatorios de la lucha, son también signos de esperanza para otros de que hay esperanza en el combate, ¡incluso con Dios!

¿Cómo te identificas con las lucha de Jacob y su cojera?

Génesis 32:22-31, como Isaías 55:1-5, mira a la restauración de la comunidad -de Jacob con su familia, con la que está enemistado, y de los exiliados de Judá con aquellos con quienes habrán de reunise en Jerusalén. La restauración y la fiesta van de la mano -restauración y fiesta para todas las personas, no solo para unos cuantos escogidos. Las palabras de Pablo en Romanos 9:1-5 (y en los versos que siguen) indican  que Dios continúa extendiendo la promesa de tansformación, atestiguada primero en la historia de los antepasados de Israel, a todas las personas. Muchos cristianos enseñan que todo lo que importa es ser salvado. El hiper-individualismo de nuestra sociedad ha reducido la salvación a una acción personal. Pero aquí tenemos a Pablo dispuesto a perder el derecho a la salvación individual por el bien de su comunidad.

El Salmo 17:1-7 y el Salmo 145:8-9, 14-21 presentan los temas del amor inquebrantable de Dios y su compasión por todas las personas, y la buena disposición de Dios para escuchar a quienes claman en tiempos de angustia. Esta afirmación básica está en el meollo de la idea que la teología de la liberación tiene de la opción y el compromiso preferencial de Dios con los pobres.

¿En qué consiste una salvación comunitaria? ¿Cómo se salva una comunidad? ¿Qué significado tiene para la comunidad LGBT, o como será, encontrar su salvación, que es liberación de las fuerzas de pecado impuestas sobre ella a causa del heterosexismo? ¿Quién, como Pablo, está dispuesto a pagar el último precio -incluso perdiendo su seguridad del cielo- por el bien de su comunidad?

Oración inclusiva

Lee en voz alta la historia de Jacob en Génesis 32:22-31. Al oír esta historia, imagínate que tú mismo eres Jacob. En oración hazte estas preguntas:

¿Cuál es mi lucha?
¿Qué certezas se me pide que abandone, para que Dios pueda darme un nuevo nombre de aquí en adelante?

Escribe tus respuestas de oración a estas cuestiones en un diario.