6.5.11

El corazón lleno de Espíritu

8 de mayo de 2011
Domingo 3º de Pascua. Año A.



Quienes experimentaron al Cristo resucitado, tanto en el camino de Emaús como a través del sermón de Pedro, fueron movidos a realizar cosas nuevas, apoderados por un corazón guiado por el Espíritu.

En Hechos 2:14, 36-41, Pedro, el discípulo de Jesús, se enfrenta a grandes dificultades. Después de la crucifixión de Jesús, Pedro deja la seguridad del cuarto cerrado donde se esconde con los otros discípulos, incluidas las mujeres y los hermanos de Jesús (Hechos 1:14). La misma multitud que crucificó a Jesús representa una amenaza para este pequeño, asustado y acurrucado grupo reunido en un aposento alto. Sin embargo, los seguidores de Jesús salen valientemente, llenos ahora con el Espíritu Santo, y se enfrentan a los judíos en Jerusalén. Pedro predica a Jesucristo como el Mesías resucitado -un mensaje que con seguridad adelanta su propia crucifixión.

Echando más leña al fuego, Pedro acusa a la multitud de la muerte de Jesús. Quizá en este momento él y los discípulos tienen que esquivar las pedradas. Sin embargo, inmediatamente ocurre un milagro. En vez de recibir una respuesta violenta por parte de la multitud, los judíos se conmueven inmediatamente. "Al oír esto se compungieron de corazón" y preguntan "¿qué haremos?" (verso 37). La respuesta de Pedro es: "Arrepentíos" -"haced un cambio radical". Alejaos de la corrupción de esta generación que causa dolor e intolerancia, y de todos los comportamientos que continúan "crucificando a Cristo". ¡El milagro es que muchos en la multitud realmente cambiaron!

Con demasiada frecuencia, muchos de nosotros en la comunidad LGBT nos encontramos enfrentándonos a grandes dificultades. Vivimos en comunidades donde sus miembros y sus servidores públicos se sientes a salvo difamándonos o tratándonos injustamente. Hacemos públicas nuestras reivindicaciones y esas palabras provocan más hostilidad o se les hace oídos sordos. Ante esto, el cambio parece demorarse una eternidad. Pero el cambio radical que tiene lugar en respuesta al sermón de Pedro es inmediato. Algunas veces, cuando toda esperanza parece perdida, la multitud que una vez fue poco receptiva, de repente abre sus corazones de par en par y adopta cambios radicales en la sociedad. Vemos esto cuando cada vez más países redactan una legislación que protege a la comunidad LGBT.

¿Cuándo hemos sido testigos en nuestras comunidades cambios sorprendentes o veloces en la sociedad que parecían casi imposibles?

La respuesta al sermón de Pedro nos recuerda que debemos seguir teniendo el valor de hablar abiertamente contra la injusticia, incluso cuando las dificultades están en nuestra contra. El Espíritu Santo tiene maneras de cambiar los corazones.

El salmista  en el Salmo 116:-4, 12-19 proclama el amor a Dios porque ha oído y respondido a las necesidades del salmista. Las palabras de este canto agradecido nos recuerdan las muchas formas como Dios nos procura la salvación, porque Dios continuamente se inclina a oír nuestra más profunda angustia y entonces actúa.

En respuesta, el salmista dice: "Cumpliré mis votos al Señor" (verso 18). ¿Ha sido el cantor inconstante en el cumplimiento de las prácticas de fe en el pasado? Quizá el salmista se haya desanimado. Como sabe nuestra comunidad, puede ser difícil dar culto cuando "los lazos de la muerte" (verso 3) nos atrapan. Sin embargo, el salmista es ahora capaz de cantar porque ha saboreado la justicia de Dios. El corazón arde con pasión y el salmista grita con gozo que es el siervo de Dios, el que puede soltar las ataduras (verso 16). Cuando nuestros corazones arden con pasión por la justicia, es saludable para nosotros clamar. Hablar claro es una respuesta fiel a las acciones de Dios en favor nuestro.

¿De qué manera podemos mantener encendida nuestra pasión por Dios y su justicia en la comunidad LGBT?

Los asuntos del corazón están ligados de nuevo en Lucas 24:13-35 cuando en el camino de Emaús, los corazones de dos discípulos de Cristo arden dentro de ellos al escuchar las palabras proféticas del Cristo resucitado. Esta narración puede ser la más misteriosa de todos los relatos de la resurrección. Puesto que los viajeros parecen pensar que quien se les une es un tipo corriente, éste parece tener la apariencia de un extraño cualquiera.

¿Por qué crees que la identidad de Jesús no se revela de inmediato? ¿Por qué imaginas que Jesús no se revela [come out] a estos discípulos?

El encuentro en este camino y la relación que sigue van en paralelo a la profundización en el nivel de intimidad que ocurre cuando unos extraños se convierten en amigos. Cuando por primera vez posamos los ojos uno en el otro, nuestra información sobre el otro es limitada. El vestido y las formas de actuar podrían proporcionar alguna información. Sin embargo, las nacionalidades, los estatus de relación y las orientaciones sexuales están ocultar hasta que entablamos una genuina conversación. Con frecuencia, nuestra identidad como personas LGBT no es reconocida por los extraños con quienes nos encontramos. Entonces, como los discípulos que aún no están al tanto de la identidad de la identidad del extraño, intercambiamos historias entre nosotros para descubrir si deseamos confiar o invertir más tiempo juntos. Los discípulos comparten con Jesús sus experiencias en Jerusalén durante la crucifixión. Incluso cuando Jesús responde a estos acontecimientos apelando a los profetas, no es aún reconocido. Sin embargo algo, puede ser que el ardor en sus corazones (verso 32), lleva a los dos discípulos a invitar a Jesús a casa con ellos. Jesús acepta la invitación y, al partir juntos el pan, se revela su identidad.

Partir el pan juntos puede abrir caminos a la amistad y a la intimidad. Por la fracción del pan, una comida común se convierte en sagrada. Se puede construir confianza, y podemos aprender a cuidar unos de otros y sentirnos seguros revelándonos en plenitud. El Evangelio llama a la comunidad LGBT y hetero a venir a la mesa -para comer, reír, llorar, amar. Nuestra esperanza a través de Cristo es que, al compartir la comida, podemos co-crear un mundo que nos acepta tal como Dios nos ha creado. Cuando nos abramos totalmente y verdaderamente lleguemos a conocer "al otro" -quien, como nosotros, encarna a Cristo- ¿no arderán nuestros corazones de gozo?

Oración inclusiva

Ayúdanos a llenar de Espíritu nuestros corazones, oh Cristo.
Ayúdanos a arder de pasión por ti
y por tu pueblo a lo largo y ancho del mundo.
Que nuestra compasión encienda llamas de justicia y esperanza
en medio de un mundo de desesperanza y dolor.
Que la calidez de nuestro fuego sea signo
de tu presencia compasiva en el mundo.
En el nombre del Cristo resucitado. Amén.