17.12.10

¿Qué Emanuel esperamos?

19 de diciembre de 2010
Domingo 4º de Adviento. Año A.

¿Para qué oras en este tiempo de Adviento? Deseamos a Dios-con-nosotros, pero ¿con qué propósito?

Una lectura tradicional de las escrituras de hoy, usualmente enfatiza la continuidad entre Isaías 7: 10-16 y el cumplimiento de Jesús de Isaías en Mateo 1: 18-25. Una segunda lectura, sin embargo, señala más a la discontinuidad que a la continuidad. En nuestra reflexión, vemos cómo el examen de esa discontinuidad continúa siendo buena noticia para los que buscan a Jesús, el libertador de los oprimidos. Aunque a veces es chocante, sentimos que las posibilidades de esperanza se incrementan con tales lecturas.

¿Cuáles han sido tus oraciones durante este tiempo de Adviento? ¿Te mueven más allá de un interés personal, a un interés más amplio por nuestro mundo?

En el último domingo de Adviento, vamos al verso principal del profeta Isaías que el escritor de Mateo 18: 23 usa como una prueba para el relato del nacimiento virginal. El texto se encuentra en Isaías 7: 14, que la biblia Dios Habla Hoy traduce como “La joven está encinta” (traducción de la Nueva Versión Internacional) . El escritor de Mateo está usando una traducción griega de Isaías 7: 14, que habla de he parthenos, la doncella, una mala traducción del hebreo betula, una mujer en edad de matrimonio [moza casadera]. De forma misteriosa, en Isaías 7 -en 735 a. C.- la mujer está ya en cinta. Emanuel, el niño que va a tener, sirve como un signo para el reino de Judá de que los invasores extranjeros del norte no rendirán ni colonizarán Jerusalén.

Esta visión se complica con el Salmo 80, que habla al pueblo en el exilio. Habiendo sido alimentado con lágrimas (verso 5), ahora irónicamente se vuelven a Dios, quien los envió al exilio primero, para que los salve. Nos cuestionamos la psicología -quizá una tendencia sadomasoquista- de quien se vuelve a la causa de su angustia/esclavitud buscando alivio.

En el Nuevo Testamento, el Emanuel no se presenta como un signo de que los invasores extranjeros, los romanos, serán expulsados. Más bien, Jesús va a salvar a su pueblo de sus pecados (Mateo 1: 21b). El pecado se describe en este pasaje como sexo extramatrimonial (verso 18), lo que en esa sociedad era punible con deshonra pública (verso 19). Para el adulterio, el castigo era la lapidación (Deuteronomio 22: 24-26). Por otra parte, la virtud es vista como abstinencia sexual ( Mateo 1: 25) incluso entre personas casadas, José y María. La esperanza de que los invasores extranjeros no tengan éxito en su intento de subyugar al pueblo, se pierde al tiempo que la historia de Isaías 7 se abre camino en el libro de Mateo. Esencialmente, el énfasis ha variado de un signo de liberación a un asunto de paternidad.

Del mismo modo, el acto de abstinencia sexual de José, que en principio parece ser una buena cosa, no debe haber sido tan afirmativo para María. Esta descripción negativa de la sexualidad lo invade todo, ya sean relaciones amorosas entre personas de igual o de distinto sexo. Tales lecturas tienden a alimentar un sentido de vergüenza alrededor de las cuestiones sexuales. En Romanos 1: 1-7, también reconocemos el distorsionado cambio de énfasis de la liberación al pecado sexual. Pablo reclama ser un esclavo de Cristo (verso 1) y equipara la santidad, no con la lucha por la liberación de la opresión romana, sino con mudarse de la carne (verso 3) al espíritu (verso 4). Quizá hoy, tal creencia ayude a pensar que es legítimo cambiar las campañas de prevención del VIH de la distribución de condones por sólo una política de abstinencia.

Vemos el impacto de estas transformaciones narrativas en las acciones de los obispos anglicanos de Nigeria y Kenia. Estos obispos han consagrado a sacerdotes episcopales de los EEUU para ser obispos en iglesias africanas, como respuesta a la consagración del sacerdote gay Gene Robinson. Estos nuevos obispos debían entonces regresar a los EEUU, para reclutar a otros para entrar en las iglesias anglicanas de Kenia y Nigeria. Alimentados en una cultura de iglesia que acentúa la sexualidad como el signo clave del “pecado”, las acciones de estos obispos van en contra de la visión profética del Emanuel como símbolo de esperanza, un signo de la liberación nacional y grupal. Vemos también el cambio desde la preocupación por el rescate de la nación de las fuerzas de destrucción, a la concentración en asuntos de sexualidad, en la forma en que la derecha evangélica no sólo demoniza a las personas LGBT involucradas en relaciones monógamas y comprometidas, sino que además llama a sus acciones de odio “defensa del matrimonio”.

¿Cuándo has visto ejemplos de cómo quienes han defendido la justicia, han sido silenciados o devaluados por la forma en que la sociedad, los medios de comunicación o la iglesia los ha “sexualizado”?

A pesar de los cambios desasosegantes que alejan de la liberación en estos textos, también descubrimos que hay al menos un regalo liberador para las personas LGBT en Mateo 1: 20b y su retrato de María quedándose encinta por el Espíritu Santo. Oímos hablar al pasaje de una relación amorosa del mismo género, ya que en hebreo la palabra ruah, Espíritu, es una forma femenina. La versión griega de Espíritu, pneuma, es una forma neutra, lo que refuerza la afirmación de ambas tradiciones, hebrea y griega, de que los varones no estuvieron en modo alguno implicados en la concepción de Jesús. Esta lectura radical sacude cualquier asunción popular de una unión amorosa entre Dios y María. Dios va de algo completamente nuevo en la generación del Emanuel, Dios con nosotros.

El relato del nacimiento virginal, podría también ser entendido como una erradicación de la vergüenza de quienes tienen hijos y crean familias fuera del modelo tradicional. En esta historia, Dios entra en el mundo como el niño Jesús, nacido de una mujer que no está casada con el padre. De esta manera, Dios bien podría estar diciendo: “si quieres etiquetar negativamente a estas personas, tendrás que usar esa etiqueta con Jesús”. Un problema con esta concesión, sin embargo, es que los lectores, con frecuencia, se atascan en imágenes sexualizadas y olvidan o evitan la buena noticia transgresora de esta lectura.

¿Qué encuentras de consolador y de desafiante en la lectura de la historia del nacimiento virginal, en la manera que tiene de identificar el Espíritu como femenino o de plantear una alternativa al matrimonio heterosexual como el único contexto moral para dar a luz a hijos de Dios?

La buena noticia llega cuando reclamamos y reconsideramos el nacimiento de Jesús como un signo de liberación. Denunciando esta transformación de la liberación en la negación de la sexualidad y señalando su fundamento hetero-patriarcal, resistimos dicha reformulación y luchamos por nuestra afirmación como creyentes –lo que proporciona esperanza.

Durante este Adviento, reclamemos la esperanza de Dios-con-nosotros, Emanuel, que quiere que seamos libres. Esta esperanza nos empuja a deshacernos de la opresión interiorizada y defender al Dios de la liberación.

Oración inclusiva

Espíritu eterno, Amante de nuestros cuerpos y almas,
te damos gracias y te alabamos por tu amor constante.
Que valoremos nuestra propia corporalidad
como valoramos la tuya –que alojó en envoltura carnal
al Espíritu de infinito poder y gracia.
Que continuemos honrando el Templo interior
y tratemos con gratitud nuestro cuerpo,
que refleja tu presencia real.
En el nombre de Jesús, Emanuel, Dios-con-nosotros.
Amén.