21 de noviembre de 2010
Domingo 34º de Tiempo Ordinario. Año C.
Al acabar el año cristiano celebrando el Reino de Cristo, estos pasajes hablan no sólo del compromiso de Dios de reconciliar y reunir a todos los pueblos y todas las cosas, sino también de nuestra llamada a responsabilizarnos en medio de los cambios y los desafíos. “Venid y reuníos” nos es sólo la promesa Dios nos hace Dios, sino también la llamada que nos hace.
La celebración del domingo del Reino de Cristo puede resultar difícil para algunos cristianos e iglesias, ya que la idea de la venida de Cristo, particularmente de su “segunda venida”, ha sido secuestrada por algunos con sus alegres predicciones sobre quiénes se quedarán por el camino.
La teóloga feminista, Letty Russell, sin embargo, ha defendido una “adventología” en la que los seguidores de Cristo deben estar expectantes por la irrupción del reino de Dios en la tierra. Esta expectación implica buscar y estar atentos a los lugares en los que nosotros, que hemos sido llamados por Dios y reunidos por su gracia, podemos ser también agentes que participen y colaboren en el desmantelamiento y reconstrucción del mundo que Dios hace.
¿Dónde ves evidencias de la irrupción del reino de Dios de justicia y amor en nuestro mundo?
Varios pasajes de hoy enfatizan la llegada de Dios para reunir y reconciliar. Jeremías 23: 1-3 habla de la promesa de Dios de reunir a su rebaño disperso y olvidado. Colosenses 1: 11-20 se refiera al rescate de Dios, y concluye con una proclamación de Dios como el que mantiene todas las cosas unidas [en orden] (v. 17) y reconcilia todas las cosas consigo mismo (v. 20). Los textos de Lucas nos sólo hablan de la benevolencia y la entrañable misericordia de Dios (1: 68-79), sino que también lo muestran a través de la aceptación y acogida de Jesús de un “delincuente” que ha sido crucificado junto a él (Lucas 23: 33-43).
Las personas LGBT no sólo han sido dispersadas y separadas de rebaño –ya sea ese rebaño nuestra iglesia, nuestra familia o nuestra comunidad-, pero a veces también hemos sido privados de conocernos a nosotros mismos, de nuestra salud emocional y psíquica, de nuestros cuerpos, de nuestro goce sexual y de nuestros deseos dados por Dios, así como de nuestra fe y nuestra espiritualidad. A causa de esas experiencias de privación, a veces sentimos que Dios no nos necesita ni tiene un lugar para nosotros en su mundo. Hoy, podemos sentirnos consolados, sin embargo, porque Dios se preocupa por nosotros, y vendrá y nos reunirá en una comunidad especial de camaradas y amigos –incluso cuando otros han intentado abandonarnos, distanciarse de nosotros y dejarnos solos.
Nosotros podemos, como afirma Colosenses, reclamar nuestros derechos de herencia como hijos de Dios, y tener confianza en que Dios no sólo está entre nosotros, sino que también será nuestro refugio, nuestra fuerza y nuestra ayuda (Salmo 46). A pesar de todo lo que hemos pasado, el día del reino de Dios será un día y un lugar de seguridad y protección para nosotros (Jeremías 23: 5-6).
Como sugiere Jeremías 23: 1-2, la dispersión de las personas LGBT con frecuencia tiene que ver con el fracaso de nuestros pastores. Aunque se supone que los pastores deben proteger, aconsejar y animar; a veces acaban por abandonar, dañar e incluso espantar a parte del rebaño de Dios. Incluso puede que los pastores hayan malinterpretado homófobamente el mensaje o/y tengan malicia. Jeremías apunta, en otras palabras, que la dispersión de la oveja es consecuencia del pastoreo desleal. La tendencia de las ovejas es a reunirse en rebaños, a no ser que el pastor se empeñe en convertir las diferencias en barreras. El texto de Jeremías no sólo aclara que llegará un día de juicio en el que esos pastores fraudulentos afronten sinceramente la clase de violencia y destrucción que su teología, rituales y prácticas homófobas han causado a niños y adultos; sino que Jeremías 23:4 promete además que Dios erigirá pastores alternativos para las ovejas de Dios perdidas y desechadas.
Sabemos que ha habido personas que voluntariamente se han arriesgado al preocuparse por o al ministrar a y con las personas LGBT, incluso siendo ellas hetero. Además de dirigirse a las personas LGBT que han sido dispersadas, quizá la promesa de paz y ayuda en medio de bramidos y tumultos (Salmo 46), es también relevante para estos pastores fieles que pueden encontrarse amenazados de excomunión denominacional o de crucifixión eclesial.
¿Cuáles son las cualidades de liderazgo que se necesitan tanto en la comunidad LGBT como en la iglesia? ¿En qué se asemejan o se diferencias estas cualidades? ¿Qué tipo de liderazgo te está pidiendo Dios a ti?
Más pasmoso es todavía, sin embargo, Lucas 1: 76: “y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo”. Lucas 1: 68-79 es, por supuesto, la canción de alabanza a Dios de Zacarías, ante el milagroso nacimiento de su hijo, Juan el Bautista. Como es característico en la teología de Lucas, Zacarías canta a un Dios que se pone al lado del marginado y que le da la vuelta a la mesa. Sin embargo, este Dios parece especializarse en hacerlo de manera insospechada, ya que Dios elige también de entre personas insospechadas para designar a un precursor de la venida de Jesús. Después de todo, ¿quién esperaría que el precursor del mesías naciera de una mujer vieja y estéril, incluso aunque ella y su marido fuesen de estirpe sacerdotal? Como hemos visto, Dios aún está llamando a profetas y pastores insospechados, incluso de entre los hijos de Dios LGBT, dispersos y abandonados. ¡La iglesia, la comunidad, el mundo y Dios te necesitan! Dios puede ver en una persona mucho más allá de lo que cualquier otro puede ver, o incluso mucho más allá de lo que una persona puede ver en sí misma. Zacarías ha aprendido la lección de que no puede prestar oídos ni creerse todas las barbaridades que se han dicho de él y de su esposa. De igual modo, las personas LGBT no son lo que otras personas han dicho de ellas. No pienses que nadie nos necesita; Dios nos necesita, y la comunidad LGBT nos necesita para ser heraldos y profetas de la venida de Dios, y pastores del rebaño de Dios que ha sido rechazado. Si tenemos pleno derecho a ser hijos e hijas de Dios, también tenemos pleno derecho a responder a la llamada de Dios, a jugar un importante papel en su obra de reunión y reconciliación.
La buena noticia es que a lo largo de la severa queja que Jeremías 23: 1 lanza contra los pastores fraudulentos, hay también una palabra de perdón que encontramos en Lucas 23: 33-43. Cuando nosotros, que hemos sido también pastores falsos e inadecuados pastores, manifestamos el deseo de cambiar y de admitir nuestras maldades, encontramos siempre a Cristo ahí, más que dispuesto de perdonarnos y reunirnos.
Debemos admitir que no es fácil vivir en la promesa del reino venidero de Dios y participar en la obra de cambio de Dios. ¿Podemos nosotros –que puede que hayamos experimentado la pérdida y la destrucción de nuestras comunidades por el SIDA, las armas, las drogas, la migración forzada, las rupturas y el abandono- confiar de algún modo en que las realidades sagradas pueden, sin embargo, existir como remanentes que sólo Dios puede preservar?
¿Cómo podemos, al llegar al cierre de otro año más, creer que detrás de las destrucciones de lo que nos es familiar, Dios está de algún modo obrando para provocar otra visión? ¿Cómo podemos reconciliar la promesa de Jeremías 23: 1-6 y la proclamación de Colosenses 1: 11-20 de que la promesa se ha cumplido en Jesús? ¿Es culpable el autor de Colosenses 1: 11-20 de “espiritualizar” una promesa o una posibilidad que está realmente en conflicto extremo o en disonancia con la realidad que vivimos? ¿Es un tipo de escapismo, o una disociación que resulta tan familiar para aquellos de nosotros que hemos experimentado tortura o abuso?
Sin embargo, el escapismo es un mecanismo de defensa necesario para los oprimidos. Mientras que muchos de los así llamados talleres de diversidad o anti-opresión para los privilegiados enfatizan la confrontación inmediata y la interrupción, Colosenses es lo suficientemente honesto para sugerir que hay momentos y lugares en los que todo lo que uno puede hacer es “soportar todo con paciencia” y resistir a través de la necesidad, la violencia y el dolor, pero confiando en que de hecho toda la creación ha sido y está siendo transformada por el poder de Dios en Cristo.
Oración inclusiva
Santo Dios,
gracias por confiarnos tu obra.
Ayúdanos a confiar en tu visión de futuro
y tu misión incluso cuando no podemos verlas claramente.
Que tu justicia y paz reinen sobre todo tu pueblo.
Envíanos a reconciliar a unos los seres humanos con los otros
y con tu buena creación.
Has desvanecer nuestro temor para que podamos reunirnos
y hacer tu obra de reunión.
En el nombre de Cristo. Amén.