7 de noviembre de 2010
Domingo 32º de Tiempo Ordinario. Año C.
Oración inclusiva
Dios de amor constante y transformación liberadora,
Domingo 32º de Tiempo Ordinario. Año C.
Experimentamos el cambio, tanto voluntario como involuntario, a lo largo de nuestras vidas. La buena noticia es que a pesar de estos cambios, Dios está con nosotros. Dios está trabajando para provocar cambios positivos en instituciones e individuos. El amor de Dios por nosotros, es la constante con la que podemos contar durante todo el tiempo de nuestra vida, y aún más allá.
Todos los pasajes de esta semana convergen en dos temas. Primero, Dios es fiel a su promesa de hacer temblar las cosas para provocar cambios a favor de los vulnerables (Hageo 1: 15b-2: 9), y para reconocernos sin importar adónde nos lleve nuestro camino. Segundo, aquellos que han experimentado la promesa fiel y las obras de Dios deberían ser inconmovibles en su confianza (Job 19: 23-27a y 2 Tesalonicenses 2: 1-5, 13-17). Deberían estar preparados para exultar en alabanzas a Dios (Salmo 98 y Salmo 145: 1-5).
¿Cuáles son los debates que has escuchado sobre la igualdad de matrimonio para las personas LGBT? ¿Cómo reflejan emociones y creencias de fe?
Lucas 20: 27-38 indica que Jesús no rehúye hacer temblar la concepciones convencionales y las prácticas matrimoniales. El "matrimonio" ha sido desde durante mucho tiempo una cuestión difícil y controvertida para la comunidad LGBT. ¿Deberíamos tener el derecho legal de casarnos? ¿Deberíamos desear el derecho legal de casarnos? Sea lo que sea lo que uno diga sobre matrimonio, nuestro texto de Lucas indica claramente que la institución del matrimonio ha tenido múltiples expresiones e interpretaciones dentro de las tradiciones cristiana y judía. El supuesto de los saduceos sobre el levirato [obligación de dar descendencia a la mujer de un hermano difunto], por ejemplo, era normativo en su tiempo y lugar, pero puede resultar bastante estrambótico, o incluso perverso, para personas de un tiempo y lugar diferente.
Quizá no necesitemos aferrarnos a una estructura de matrimonio o a una única forma de relación "divinamente sancionada", para ser fieles seguidores de Dios. De hecho, el Jesús de Lucas apunta la inestabilidad y la transitoriedad del matrimonio y, en contraste, a la constancia del amor de Dios por nosotros, que nunca muere (Lucas 20: 34-38). Casados o no, somos desafiados por este pasaje de Lucas a manifestar la presencia y el amor de Dios -y de este modo buscar la integridad- en todas nuestras relaciones.
Las personas LGBT deberíamos también recordar que no somos las únicas personas que han luchado y continúan luchando por el derecho al matrimonio. Otros -como los esclavos de África o los inmigrantes asiáticos [en USA] en el pasado, o inmigrantes indocumentados en el presente -tampoco pudieron ni pueden casarse. Recordar esto nos ayudará a aliarnos con otros grupos oprimidos a desafiar a "todas" las estructuras de opresión.
Desde tu propia perspectiva de fe, ¿cuáles son los vínculos posibles entre tu actitud hacia la igualdad del matrimonio para las personas LGBT y las cuestiones de justicia e igualdad para otros?
Una pregunta relacionada, pero difícil, es cómo discernimos la obra de Dios y cómo llevamos los cambios en nuestras propias vidas. ¿Cómo vemos los cambios temporales, en relación con Dios y su obra para transformar nuestro mundo "como Dios manda", al correr el tiempo desde el pasado hacia el futuro? El Salmo 145: 4 habla de la alabanza a las obras de Dios y sus acciones poderosas de generación en generación. No es fácil, sin embargo, mantener la fe en la resurrección tal como es descrita en Job 19: 23-27a en medio de todas las desintegraciones, degeneraciones y desolaciones de nuestras realidades contemporáneas. No es fácil tampoco honrar el pasado sin mirar atrás añorando "los buenos viejos tiempos", los días de "vieja gloria" (Hageo 2: 3), de la comunidad LGBT en los 70 antes de la aparición del SIDA, o los días de nuestra propia juventud. Tomados en su conjunto, los pasajes de nuestro leccionario nos desafían hoy a la delicada, pero necesaria, tarea de situarnos con firmeza en el presente, mientras actualizamos la fe del pasado, y proclamando en todo momento el misterio de que en el futuro veremos a Dios en nuestra carne (Job 19: 26).
Una respuesta no válida a esta experiencia de tiempos cambiantes, especialmente cuando uno está victimizado u oprimido, puede extraerse de Hageo 1: 15b-2: 9. Vemos aquí una inversión en la que los oprimidos repiten la misma ideología imperialista que se usó para oprimirlos a ellos. Aquí somos testigos del deseo y de la práctica de construir, para uno mismo y para el propio grupo, una casa que no sólo sea "mayor que la anterior", sino que también esté llena del "tesoro de las naciones" (Hageo 2: 6-9). A pesar de, o quizá especialmente gracias a, que Hageo escribió para reconstruir el Templo y así recuperarse del trastorno del exilio, el texto de Hageo muestra la línea tan fina más allá de la cual la justicia redistributiva puede convertirse, realmente, en una forma de saqueo imperialista. Los esfuerzos por reconstruir deben estar en guardia contra el sutil influjo de las políticas opresivas y su interiorización.
En medio de tanta pérdida y desconcierto, no debemos dejar que nuestro dolor nos haga estar ciegos ante el dolor de los demás y ante nuestros propios privilegios. Verse a uno mismo y al propio grupo como "excepcionales", y verse a uno mismo sólo como víctima y como la única víctima, no son sino dos caras de la misma moneda. Ambas serían como el "malvado" que se considera a sí mismo con prioridad sobre todos los demás en 2 Tesalonicenses 2: 3-4. Las personas LGBT no son inmunes a este peligro, especialmente si vemos la sexualidad como la única cuestión y no reconocemos la opresión en otros términos como la etnia y la economía.
Cuando experimentamos el cambio y buscamos la liberación en nuestras vidas, puede ser de ayuda recordar, como Job hace, que "mi Redentor vive" (Job 19: 25). Sin importar qué "antigua gloria" hayamos perdido (Hageo 2: 3) o cómo haya sido deshecha nuestra piel (Job 19: 26), Dios está con nosotros (Hageo 2: 4) con su amor constante (Salmo 17: 7 y 98 :3). Dios oye nuestro clamor (Salmo 17: 1, 6 y 145: 18-19). Realmente veremos a Dios en persona (Job 19: 26), de la misma manera como hemos visto a Dios aparecer en tantos lugares y momentos a lo largo del transcurso de nuestra vida.
¿Cómo te llama Dios a ti y a otros que han sido oprimidos, a responder y desafiar a quienes oprimen? ¿De qué manera continúas el ciclo de la opresión?
No deberíamos perder de vista cómo Jesús se relaciona con los saduceos en Lucas 20: 27-38 -incluso al aceptar una pregunta capciosa, exagerada e hipotética. Para aquellos de nosotros que se sienten "iluminados" y carecen de paciencia con aquellos que no parecen cambiar ni ir más allá de sus presupuestos religiosos sobre el "matrimonio", el ejemplo de Jesús puede servir como recordatorio de que debemos seguir afrontando sus cuestiones incluso cuando parezcan crípticas, ofensivas o de dudosa intención. Por supuesto, encarar las preguntas de los saduceos, no impide a Jesús desafiar sus premisas ni modificar los términos de la conversación. Después de todo, Jesús ignora el razonamiento inductivo de los saduceos y, en su lugar, señala poderosamente la validez de la resurrección. Jesús demuestra la importancia de no cortar prematuramente la comunicación con aquellos que aún no pueden o no quieren aceptar nuestro camino.
Oración inclusiva
Dios de amor constante y transformación liberadora,
junto con la sabiduría para aceptar el pasado y el coraje para trabajar por el futuro,
concédenos hoy compasión por quienes rechazan la transformación
y paciencia con aquellos que no están preparados para afrontar y asumir el cambio.
Desafíanos a desarrollar integridad en todas nuestras relaciones
hasta que tu presencia y tu amor puedan ser manifestados
atravesando las barreras del tiempo y de las diferencias.
Amén.