3.8.10

Hogar es donde está el corazón

8 de agosto de 2010
Domingo 19º de Tiempo Ordinario. Año C.

Encuentra un hogar de consuelo y seguridad en un corazón fiel a Dios, manifestado en la acción liberadora.

La vivienda ha sido un tema candente en los últimos años. No sólo hemos visto elevarse la media del precio de las viviendas, también hemos visto incrementarse el tamaño medio de los hogares. Un artículo en la edición de marzo de 2007 de la revista Sojuomers, señaló que el tamaño medio del hogar de una familia se había más que duplicado desde 1950. El artículo cita la convicción de la arquitecta y escritora Sarah Susanka, de que el crecimiento en el tamaño de la vivienda es una búsqueda de sentido desorientada. "Buscamos un sentido de hogar, pero no hemos desarrollado un lenguaje para ayudar a definir las calidades que buscamos", dice Susanka. Su apunte es relevante para las lecturas de los pasajes de hoy. Jesús lo resume brevemente: "Pues donde esté vuestra riqueza, allí estará también vuestro corazón" (Lucas 12: 34).

¿Cuáles son las riquezas de las personas en tu comunidad? ¿Por qué piensas que eso es así?

Las cosas alrededor de las que centramos nuestras vidas son buenos indicadores de qué nos da consuelo y sentido. Para algunos, es una casa física y los buenos artículos con los que las llenamos. Para otros, son sus hijos. Para algunos, es el compromiso ciudadano y social. Otra elección popular es la religión. La práctica religiosa podría parecer ser el mejor de los lugares para poner nuestra confianza, pero también tiene el potencial de convertirse en poco más que rituales vacíos (Salmo 50: 7-8).

Nuestra lectura de Isaías 1 proporciona un vivo ejemplo de la actitud de Dios hacia los rituales que están desconectados de las profundas realidades espirituales que significan. Gravitamos  hacia lo tangible porque nosotros mismos somos tangibles. Las cosas materiales nos traen consuelo porque somos en parte seres materiales. Pero Hebreos 11 nos recuerda que lo que agrada auténticamente a Dios es la fe (confianza en Dios). "Tener fe es la plena seguridad de recibir aquello que se espera" (verso 1). La "plena seguridad" de la fe es la manera en que vivimos nuestra vida. Nuestras acciones traicionan con frecuencia nuestras palabras, pero siempre retratan nuestros corazones. Aquello por lo que nos apasionamos, aquello a lo que prestamos nuestra atención, aquello por lo que nos esforzamos es la ‘evidencia' innegable de dónde se halla nuestro corazón.

Como personas LGTB, es importante tener esto en mente al leer Isaías 1. En este capítulo, encontramos palabras de cautela dadas al sureño Reino de Judá, a través del ejemplo de Sodoma y Gomorra. Estamos más que familiarizados con la historia de Sodoma y Gomorra, y con cómo la historia ha sido usada para condenar a la comunidad LGTB. Isaías 1, sin embargo, corrige la distorsión en el uso común de esta historia. Isaías envía un aviso a Judá porque la nación manifiesta rasgos similares a los que trajeron la destrucción sobre Sodoma y Gomorra.

¿Cuáles son estos rasgos? Es útil recordar el axioma de que cuando en un pasaje de la Escritura se dice que no se haga algo, es porque las personas de la comunidad del escritor estaban haciendo eso mismo. Lo contario también es cierto. En Isaías 1: 16-17, el profeta le dice al pueblo: "¡Dejad de hacer el mal! ¡Aprended a hacer el bien, esforzaos en hacer lo que es justo, ayudad al oprimido, haced justicia al huérfano, defended los derechos de la viuda!" De forma ostensible, el pueblo era culpable de no hacer exactamente estas cosas y, de este modo, se estaban comportando de la misma manera que Sodoma y Gomorra. Merece la pena señalar que aquí no  se menciona ninguna conducta sexual mala. De hecho, la interpretación de la maldad de Sodoma y Gomorra como de naturaleza sexual, no tuvo lugar hasta cientos de años después. Sodoma, Gomorra y Judá eran culpables de abandonar a los más vulnerables de entre ellos -al extranjero, al oprimido, a la viuda y al huérfano.

¿Quiénes son las personas vulnerables en tu comunidad? ¿Están siendo atendidos?

Cuando nuestras acciones como individuos, como comunidad y como país, causan gran angustia a los más vulnerables de entre nosotros, mostramos que nuestros corazones han encontrado un hogar en algo distinto que en Dios. La comunidad LGTB puede atestiguar la experiencia descorazonadora de ser marcados como ‘abominables' y separados de nuestras familias y comunidades de fe. Sin embargo, algunas personas LGTB, como otros que han sido condenados al ostracismo en las comunidades de fe, pueden ser también culpables de volver su propio dolor contra aquellos que son todavía más vulnerables dentro de sus comunidades, antes que entregar su dolor al poder redentor de Dios. Debemos recordar que es el poder redentor de Dios el que nos capacita para trabajar por nuestra propia liberación y la de otras personas oprimidas. Puede que todos encontremos un hogar de consuelo y seguridad en un corazón fiel a Dios, manifestado en la acción liberadora.

¿Qué clase de ‘hogar' provee Dios a las personas LGTB? ¿Qué clase de ‘hogar' están llamadas a ofrecer las personas de fe, todas las personas de fe, a quienes sufren injusticia, violencia y desatención?

Oración inclusiva

Santo Dios,
abre tus ojos para ver a aquellos que están heridos en nuestra propia comunidad;
abre nuestros corazones, para buscar la manera de ser vehículos de amor redentor
en las vidas de los que nos rodean.
Sé nuestro hogar,
abre tus puertas de par en par y, en tu gracia y justicia,
recibe a todos tus hijas e hijos.
Amén.