Domingo 18º de Tiempo Ordinario. Año C.
En nuestro Occidente, un mundo posmoderno de e-mail sin cables, Internet global, apartamentos de un millón de dólares, relaciones agresivas y horarios frenéticos, ¿damos tanto valor a nuestras cosas y agendas personales que olvidamos las cosas que realmente importan?
"Andaban perdidos por el desierto arenoso, sin hallar el camino hacia una ciudad donde vivir, tenían hambre y sed, ¡estaban a punto de morir! (Salmo 107: 4-5). Este pasaje refleja desafortunadamente la realidad espiritual de las vidas de muchas personas LGTB. Muchos experimentan la vida en un páramo espiritual, apartados de las comunidades de fe que sirven y aman. La violencia de ser etiquetado como ‘abominable' es insoportable para muchos y el fervor que una vez se dirigió al servicio de Dios y de los demás, se dirige hacia otros dioses menores. Algunos se convierten en adictos de vicios que todos reconocemos como las drogas, el alcohol y el sexo. Pero otros se convierten a vicios más ‘respetables' como la carrera profesional, la riqueza y la imagen que, aunque menos destructivos para el cuerpo, no son menos destructivos para el alma. Todos los vivos se persiguen con el objeto de sentirse bien o, al menos, de sentirse mejor. En el caso de muchas personas LGTB, que han sido desarraigadas del ancla de la fe y a quienes se les ha dicho que tienen el acceso denegado a Dios a causa de quienes son, es comprensible que puedan buscar otros caminos para llenar ese vacío.
Este es el dilema del que habla Jesús en la parábola del rico necio en Lucas 12: 13-21. La palabra ‘necio' suena bastante dura, pero se dirige a quienes a propósito y voluntariamente le dan la espalda a Dios, no a quienes son alejados por la crueldad de otros. Sin embargo, lo que Jesús señala es lo mismo para todos -la riqueza de cara a Dios es el único tipo de riqueza que finalmente importa. La búsqueda de consuelo en cualquier cosa fuera de Dios es vana, tanto si esa cosa es una botella como si es una cuenta bancaria. La advertencia de Jesús aquí no es contra la riqueza en sí, sino contra la falsa seguridad que la riqueza y las posesiones pueden generar "la vida no depende del poseer muchas cosas" (Lucas 12: 15b). Podríamos reemplazar dinero y posesiones por cualquier otra cosa que usemos para lograr identidad y consuelo en lugar de Dios. La misma vanidad está también ahí presente.
¿En qué cosas ves que las personas de tu comunidad intentan encontrar sentido y bienestar, además de en Dios? ¿Por qué crees que se sienten atraídos por esas cosas en particular?
Las lecturas para hoy nos recuerdan la seriedad de la llamada de Dios en nuestras vidas. La lectura de Eclesiastés 1: 2, 12-14 hace el recordatorio frecuentemente repetido de que "todo el vanidad" -al final algo carente de Dios sencillamente no satisfará el anhelo que tenemos de plenitud en nuestras vidas. "Vanidad" significa que algo está vacío o que no tiene valor -traducido de la palabra hebrea ‘hebel' literalmente como ‘aliento' o ‘vaho'. El escritor del Eclesiastés nos dice una y otra vez que todo es vanidad.
El Salmo 49: 1-12 nos recuerda otra vez que toda nuestra riqueza material sencillamente pasará a aquellos que dejemos atrás cuando muramos -no las podemos llevar con nosotros. El salmista nos recuerda con crudeza que todos hemos de encarar el momento de la muerte física. ¿Cuál será entonces el sentido de todas las cosas que hayamos acumulado? ¿Será el ‘vaho' del que nos ha hablado el Eclesiastés? ¿O hemos decidido ya poner nuestro tesoro en Dios y sólo en Dios?
Como personas LGTB de fe, ¿en qué medida nuestra cultura nos anima a invertir nuestro tiempo y energía en cosas que son vanidad -‘vaho'? ¿Cómo deberíamos responder a estas presiones dominantes dentro de nuestras propias esferas de influencia?
Para muchas personas LGTB , nuestra imagen de Dios está cargada con el bagaje de la crueldad de los que se consideran representantes de Dios. Ésta es una entrada común de nuestros itinerarios espirituales. Los que encuentran un camino de regreso a la fe y a las comunidades de fe, con frecuencia lo hacen en medio de arduos esfuerzos y llevando las cicatrices espirituales de su pasado. Aun así, debemos todavía contar con la llamada de Cristo. El mensaje persistente de Jesús es triple: (1) que la llegada del Reino de Dios es inminente, (2) que la decisión que hay que tomar es de la mayor seriedad y (3) que la llamada de Dios en nuestras vidas es radical. Y así, tanto si la llamada es como una suave palmadita o como un despertador estremecedor, el amor de Dios es la fuente y la riqueza de cara a Dios es el objetivo.
El mundo está lleno de muchas cosas que nos distraen de madurar en nuestras vidas espirituales. A algunas somos conducidos por la crueldad y el rechazo de los demás. Por algunas somos atraídos a causa de nuestras propias pasiones e inseguridades. En todos los casos, el amor de Dios está presente de modo incansable. Al final, la riqueza de cara a Dios es la única cosa que nos traerá satisfacción.
Oración inclusiva
Santo Dios, que satisfaces nuestras almas con buenas cosas,
danos fuerza para poner nuestras mentes en ti,
no en cosas únicamente terrenales.
Llena todo vacío y todo miedo con tu gracia.
Danos el valor de hacer a un lado las cosas que perecen,
y de vivir en libertad
-diciendo la verdad, ofreciendo pan, cobijo y consuelo a otros,
confiando en ti, nuestra Libertad, nuestra Confianza, nuestro Pan.
En el nombre de Jesús, dador de todo bien.
Amén.