13.5.10

Dios nos convoca: "¡Venid juntos!"


Domingo 7º de Pascua. Año C.
A pesar de las fuerzas que dividen, el amor de Dios y su poder hacen posible la reconciliación y la unidad.
Conversan Mark D. Jordan, Bridgette Young y DavidO. Jenkins.
El apóstol Pablo no es el favorito de los cristianos LGTB. Pasajes extraídos de sus cartas -o de las cartas a él atribuidas- son los textos más frecuentemente usados para condenar nuestro amor. (Jesús, por contraste, no habla de condenación del deseo del mismo sexo en los evangelios oficiales). Incluso en muchos otros pasajes que no tienen que ver con el sexo, Pablo se nos puede presentar como antipático. El pasaje de Hechos 16:16-34 parece en principio encajar con este cuadro negativo. Pablo se llega a irritar con una mujer esclava y expulsa a un espíritu de ella sin considerar su vulnerabilidad o las consecuencias para ella.
De muchas formas, podríamos identificarnos con la mujer esclava. Ella representa mucho de nuestra experiencia en la iglesia. Ella se ve forzada a decir la verdad hasta el punto de enfadar a quien detenta la autoridad -y, espíritu o no espíritu, ella está diciendo la verdad sobre Pablo. Además, está la actitud de sus amos: sacan dinero de su don de contar la verdad. Cuando el don desaparece -o se convierte en perjudicial- su preocupación no es por ella, sino por la pérdida de dinero.
¿Cuántas veces las iglesias han sacado provecho de los dones de las personas de fe LGTB, sin ninguna consideración por las consecuencias en sus vidas? ¿Cómo podemos cambiar este círculo vicioso y romper el silencio?
Los amos de la mujer esclava provocan a las autoridades romanas y a la multitud: "Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos" (Hechos 16:20b-21). Aunque Pablo es un ciudadano romano e incluso protegido legalmente como judío, la turba se envalentona para azotarlos y encarcelar a Pablo y a Silas. Un terremoto abre las puertas de la prisión y libera a los prisioneros de sus cadenas, pero atemoriza al carcelero, que trata de darse muerte. Pablo interviene rescatándolo y el carcelero recibe a Pablo y a Silas en su casa esa misma noche. Después de lavar las heridas de ambos, el carcelero es salvado y bautizado.
Este drama sirve diferentes a propósitos. Pablo tiene la oportunidad de hacer la obra de Cristo (expulsar demonios). El poder de Dios se manifiesta en el terremoto, salvando a Pablo y a Silas de las peores intenciones de la turba. Los cautivos son liberados. Lo enemigos son salvados.
¿Cuáles son las obras cristianas que podemos hacer en nuestras comunidades, como instrumentos del amor y el poder de Dios?
Lo que ocurre es una reconciliación sagrada entre el carcelero y los prisioneros. Pablo y Silas pasan la noche en la casa del carcelero, comen en su mesa, duermen en su habitación de invitados y son atendidos.
Se nos recuerda no sólo al buen samaritano (Lucas 10:29-37), sino también al guardia de la prisión de Nelson Mandela figurando junto a Mandela en su toma de posesión. Incluso cuando la comunidad LGTB padece la mentalidad de linchamiento, y a ella se le niegan derechos y privilegios que otros ciudadanos disfrutan; quizá Dios espere la transformación y la reconciliación de perseguidores y perseguidos.
¿Cómo podemos comenzar el proceso de reconciliación dentro de nuestras comunidades e iglesias?
El Salmo 97 glorifica el reino de Dios, y proclama la justicia definitiva de Dios: "Dios ama a los que aborrecen el mal. Dios guarda las almas de los fieles. Dios los libra de los malvados" (verso 10). Para los cristianos, este salmo habla de los acontecimientos salvíficos de Hechos. Nos recuerda la liberación de Pablo y Silas obrada por Dios, así como la liberación del carcelero también obra de Dios. Nuestra vocación es aborrecer el mal, no a las personas, ni siquiera a la turba odiosa. Creemos que Dios desea que todas las personas sean liberadas de la cautividad de los pecados que nos atan -tanto si esos pecados son homofobia, racismo, codicia y consumismo, xenofobia o el odio de quienes nos persiguen.
Apocalipsis 22:12-14,16-17,20-21 da testimonio de la misma gloria y justicia definitiva de Dios al final de los tiempos. Estos pasajes finales de la Escritura son palabras de consuelo: "-¡Ven! El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida" (verso 17). Somos devueltos a las riberas del río con Lidia, a las piscinas de Betesda, al pozo del pueblo donde Jesús ofrece el agua de la vida a todos los que desean vivir esta vida abundante. Es gratis. Se ofrece a todos.
En Juan 17:20-26, vemos a Jesús orando por un auténtico fruto de la buena noticia en sus seguidores. Jesús pide a Dios que una a estos seguidores, los unos con los otros y con Dios, para que sean fieles en compartir la gloria y el amor de Dios. Una vez más se nos llama a reconciliarnos. Esta unidad es un testimonio terrenal de la verdadera unidad del Dios trinitario. En medio de las realidades poderosas y de las fuerzas que nos dividen, la reconciliación y la unidad son posibles por la realidad del amor poderoso de Dios. Este amor divino siempre ha estado disponible para nosotros. Como personas LGTB que viven en el mundo, debemos tener cuidado de no dejarnos conducir por la rabia, la desesperación, la venganza o el odio. El amor de Dios -por los amigos y por los enemigos- será un testimonio transformador en el mundo en la medida en que nos esforcemos juntos por la justicia y la reconciliación.
¿Cómo podemos amar a nuestros enemigos de forma que este amor transforme el mundo a nuestro alrededor?
 ORACIÓN INCLUSIVA
Dios que nos sostienes,


a menudo nos cansamos de esta lucha:
de demandar un lugar en tu mesa, una voz en el púlpito, un asiento en la iglesia.
Con tu ayuda, sin embargo, seguiremos.
Guía nuestra palabras y acciones para que te ellas honren.
Te pedimos fortaleza para la lucha y tu presencia con nosotros en este camino.
Amén. 
Versión original en inglés: Out in Scripture.