Domingo de Pentecostés
Así como Dios dio a la nueva comunidad cristiana el don del Espíritu, nosotros podemos ofrecer a nuestras comunidades el mismo espíritu de verdad y reconciliación.
Conversan Mark D. Jordan y David O. Jenkins.
Nuestra experiencia de la vida con frecuencia se parece más a la torre de Babel (Génesis 11:1-9) que a Pentecostés (Hechos 2:1-21). Hablamos diferentes lenguas. No nos comprendemos entre nosotros. Es como si hubiéramos sido desmantelados y diseminados, más que reunidos y ensamblados.
¿De qué maneras los miembros de nuestra sociedad, de nuestras comunidades locales, iglesias y familias son desmantelados y diseminados? ¿Cómo contribuye el lenguaje a esta desconexión?
En Hechos 2:1-21, la promesa y la esperanza de Pentecostés es que el don del Espíritu de Dios construye puentes sobre las divisiones humanas. Da la capacidad de comunicarse por encima de las lenguas y las etnias. A personas de diferentes culturas y religiones, con diferentes valores y visiones del mundo, se les dio una lengua común. Es como si de repente les hubiera sido dado el deseo de escucharse unos a otros. Una santa posibilidad -la del entendimiento entre las personas- se hace manifiesta en la multitud congregada en Jerusalén.
Nuestro relato de Pentecostés nos pide construir un puente, no una torre. Ese puente se construye en la promesa y la esperanza de Cristo, que crea una posibilidad en el desierto de nuestros malentendidos. La lengua común podría ser lo suficientemente creativa como para resultar nueva para todas las partes, incómoda y torpe cuando la usamos por primera vez. Pero cada día aprendemos nuevas palabras en nuestra cultura, palabras que introducen en nuestras vidas nuevos significados, posibilidades, y hasta nuevas creaciones.
Pentecostés nos recuerda que tenemos esta capacidad, y que Dios nos da el deseo y las palabras para hablar los unos con los otros, de una manera que conduce a la paz. En medio del caos y la confusión, los malentendidos y rupturas, Dios estaba y está presente de formas creativas y dadoras de vida.
¿Cómo podemos empezar a crear un lenguaje común que una en vez de dividir nuestras comunidades?
El salmista en el Salmo 104:24-34,35b también habla de un Dios presente y dador de vida: "Envías tu espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra. Miras la tierra y tiembla; tocas los montes y humean." Oímos los ecos y vemos los signos de un Dios creativo que se niega a retirarse del mundo creado.
En Romanos 8:14-17, el apóstol Pablo -suficientemente valiente para ir a Filipo y también a Roma, el centro del poder imperial- reclama ahora ese mismo valor de los nuevos creyentes que viven en Roma. Dejad de actuar con tanto miedo, les dice. ¡Dejad de ser el felpudo de los poderosos! ¡No seáis esclavos de aquellos que os dañan y os quieren mantener callados! ¡No permanezcáis pasivos! También sois hijos de Dios, herederos de las promesas y del amor de Dios. Dejad de actuar como desplazados, como hijastros no deseados y seguid con vuestra vida. Dios es poderoso, creativo, el Espíritu que nos sostiene descansa en vosotros, vive en vosotros y os da lo que necesitáis para tener vida en abundancia. Reclamad esas promesas. El Espíritu convierte a todo el que lo recibe en un hijo amado o una hija amada de Dios -no en un siervo o en un desconocido subordinado.
¿Qué hábitos necesitamos cambiar para empezar a actuar como auténticos hijos e hijas de Dios?
Cuando Jesús promete su espíritu en Juan 14:8-17, lo describe como un abogado o defensor, pero también como maestro y recordatorio. Decir la verdad sobre la realidad que las personas LGTB viven cada día -sobre nuestras historias- se hace posible por obra del Espíritu Santo, que nos ayuda a ser valientes. El Espíritu nos capacita para decir la verdad (a veces dolorosa, embarazosa, humillante, exasperante, divertida y redentora). Éste es el Espíritu que nos da el vocabulario nuevo y creativo que necesitamos para construir puentes y una nueva visión, no sólo para nuestra comunidad, sino también para la iglesia y para el mundo.
En nuestro intento de construir puentes, ¿qué maneras de hablar y qué palabras deberíamos usar sin descanso y cuáles deberíamos evitar a toda costa?
ORACIÓN INCLUSIVA
Único Santo,
ábrenos al movimiento de tu Espíritu.
Nos invitas a través de tu Espíritu
a congregarnos y a celebrar la nueva comunidad.
Somos todos diferentes
y sin embargo compartimos el anhelo
que nos empuja a unirnos los unos con los otros.
Reúnenos para que los vientos del amor soplen a través de nosotros
y para que el fuego de la pasión arda entre nosotros.
Amén.
Versión original en inglés: Out in Scripture.