Domingo 3º de Pascua. Año C.
Dios está siempre manos a la obra tras los acontecimientos que cambian la vida, pero lo seres humanos también tienen un papel que jugar cuando hay que cambiar las cosas. El evangelio de la Pascua nos enseña que Dios y la humanidad pueden trabajar juntos para traer cambios que conduzcan a la aceptación y a la comunidad.
Hoy conversan Alma Crawford, Tat-Siong Benny Liew y Angela Bauer-Levesque.
La Pascua no solo trata sobre la resurrección de Jesús y del paso de sus seguidores de la ocultación a la visibilidad (Juan 21:1-19). La Pascua también trata sobre cómo Dios continúa trabajando con las personas, para ayudar a quienes no pueden aceptar la libertad de Dios de bendecir e incluir a los “otros”, para que cambien y vean de un modo distinto (Hechos 9:1-20).
¿Cómo pueden las personas pasar de ser opositores a ser aliados de las personas LGTB? ¿Qué conduce a tal transformación?
Apocalipsis 5:11-14 nos presenta una visión profunda del cielo que nos permite ver que algo está sucediendo más allá de lo que podemos ver en la tierra. La obra misteriosa de Dios puede no ser percibida directamente, pero podemos confiar en que algo está pasando en una esfera y de un modo que aún ha de manifestarse.
En Hechos 9:1-9, vemos al Jesús pascual obrando misteriosamente. Hechos 9:7 deja claro que los compañeros de Saulo no pueden ver que Dios está actuando. Tampoco Saulo, un opositor a Jesús y a sus seguidores, podía ver claramente. Saulo está persiguiendo a los seguidores del camino de Jesús, quizá porque tiene problemas para aceptar la nueva revelación de Jesús (ver en Hechos 7 la aprobación de Saulo de la lapidación de Esteban), o quizá porque tiene dificultad en aceptar a los no judíos, a los gentiles, que empezaron a formar parte del movimiento de Jesús (ver Hechos 8 y 10). Quizá Pablo hace esto simplemente porque los seguidores de Jesús son diferentes, y Pablo ve su diferencia como una amenaza a su propia identidad. Debemos tener cuidado de no leer un mensaje antijudío en el texto. La experiencia de Pablo sugiere que Dios está retirando continuamente, misteriosamente y milagrosamente las escamas de los ojos que no pueden ver, incluyendo los ojos de quienes no desean ver o aceptar a las personas LGTB como receptores de la gracia y el amor de Dios.
¿A qué podrían estar llamadas las personas de fe LGTB y sus amigos para ayudar a la gente a cambiar su “visión” y a abrirles los ojos de la fe de una nueva forma?
Esta misteriosa y milagrosa obra de Dios requiere el trabajo humano. Saulo debe entrar en diálogo con la luz y con la voz que le bloquea el camino. Tiene que pasar por un tiempo de confusión, ayuno y oración. Más que eso, debe dejar que Ananías –uno de aquellos a quienes ha intentado rechazar y traer preso a Jerusalén- lo toque físicamente (Hechos 9:17).
La cooperación humana con las acciones divinas por el cambio, implica no sólo a las personas que necesitan cambiar, sino también a aquellos que son oprimidos. Si la gente va a cambiar la forma como ve a las personas LGTB, estas tendrán que estar dispuestas a dialogar y ayudar cuando llegue el momento apropiado. Es comprensible por qué Ananías se resistía a acudir a un conocido opresor o perseguidor, ¡particularmente dado el nombre de la calle (“Straight” en la versión inglesa de Hechos 9:11)! Y así como Saulo ha de estar dispuesto a dejarse tocar por Ananías, Ananías debe estar dispuesto a entrar en contacto y a tocar físicamente a Saulo.
Encontramos un mensaje similar en Juan 21:1-19. Los discípulos tienen que salir y realizar el duro trabajo de la pesca, aunque Jesús no solo les dé una útil sugerencia sobre dónde echar las redes, sino que también termine por proveer y prepararles una barbacoa de pescado en la playa. La obra misteriosa de Dios continúa no sólo entre quienes necesitan una nueva visión, sino también entre quienes han recibido una nueva vista y una nueva vida de Dios.
Como proclama el Salmo 30, Dios ha “exaltado” a la comunidad LGTB, ha cambiado el “lamento en baile”, y nos ha quitado “la ropa áspera” y nos ha vestido de “alegría” (verso 11). Lejos de la fosa de la condenación, de la duda sobre nosotros mismos y del autodesprecio, Dios ha autorizado a la comunidad LGTB a alabar y no estar callados (verso 12). Sin embargo, debemos recordar que la alabanza y la adoración son una forma de compromiso con Dios y debe llevarnos a un mayor compromiso con el servicio y el ministerio de los demás.
Jesús anuncia en Juan 5:17 que debe trabajar, porque Dios está ahora trabajando. Así como Dios enviará a Saulo para que se convierta en un predicador del evangelio de Jesús tras darle una nueva visión, el Cristo resucitado rehabilitará a Simón Pedro de un pasado de negación a un futuro de ministerio activo. Se nos dice, además, que tanto Saulo como Pedro afrontarán futuros riesgos y peligros.
¿Con qué podrían tener cuidado las personas LGTB al leer y predicar estos pasajes?
Ya hemos mencionado el peligro de señalar al pueblo judío como chivo expiatorio en nuestra lectura. Debemos aclarar también de qué tipo de cambio o transformación estamos hablando en los pasajes de hoy. Cambio puede ser una palabra alarmante para las personas LGTB. Todos hemos oído cómo Dios puede ayudar a las personas LGTB a cambiar a una orientación “normal” heterosexista. Debemos enfatizar que el verdadero cambio de Saulo en Hechos 9: 1-20 es desde el rechazo y la persecución a la aceptación de los demás. De forma similar, el trabajo de los discípulos en Juan 21:1-11 resulta no sólo en una pesca sobreabundante, sino en que la red no se desgarra. En otras palabras, su trabajo por crear cambios siempre conduce a la comunidad. Del mismo modo, Pedro es enviado a alimentar y nutrir, no a humillar o a violentar a los demás (Juan 21:15-17). Finalmente, dado el énfasis de Apocalipsis 5:11-14 en la entronización del cordero masacrado; la referencia de Juan 21:18-19 al martirio de Pedro; y la alusión de Hechos 9:15-16 al sufrimiento de Pablo, necesitamos mantener en equilibrio nuestro reconocimiento de deuda con aquellos que se sacrificaron por mejorar las cosas en nuestro favor y nuestra tentación de glorificar el sufrimiento. La promesa de alegría en la mañana en el Salmo 30:5 es preciosa, pero su puesta en práctica puede estar supeditada a la duración de la noche.
Debemos aún pensar en cómo una llamada al sacrificio puede dañar a los que se encuentran en desventaja, mientras que la misma llamada puede parecer apropiada y necesaria para los privilegiados. Después de todo, debemos reconocer que no todas las personas LGTB pertenecen a la misma clase o raza. La genuina construcción de la comunidad requiere comprender y no subestimar las diferencias.
Versión original en inglés: Out in Scripture.