1.3.10

Más allá de juzgar, un nuevo camino


Domingo 3º de Cuaresma. Año C.
Jesús rechaza una teología del juicio. En su lugar, Jesús llama a las personas a convertirse de la violencia y la explotación.

Conversan Kharma Amos, Deborah A. Appler, Greg Carey y Jacquie Church Young.
¿En qué clase de mundo vivimos? ¿Acaso Dios dirige su mirada sobre la tierra, escoge a individuos y grupos especialmente malvados, y entonces los liquida selectivamente? Las lecturas del Nuevo Testamento para este tercer domingo de Cuaresma nos enfrentan con la teología del juicio. Leídos a la luz de Isaías 55: 1-9, los textos de nuestro leccionario también insinúan algo más esperanzador. La Cuaresma nos proporciona una oportunidad de reexaminar el "viejo" camino de la teología del juicio y de convertirnos al "nuevo".

La "teología del juicio" nos es demasiado familiar. Sabemos muy bien su cantinela. Tras los ataques del 11-S, Jerry Falwell incluyó rápidamente a las personas LGTB entre los culpables de la debilidad de América. Tras la estela del huracán Katrina, el pastor de mega-iglesia y telepredicador John Hagee achacó la devastación a la tolerancia de Nueva Orleans con la homosexualidad. En estos días la teología del juicio va de la mano del chivo expiatorio de las personas LGTB.
¿Qué otros ejemplos de teología del juicio están dirigidos a la comunidad LGTB? ¿Deberían las personas LGTB y sus amigos oponerse a la teología del juicio, ignorarla o buscar formas fidedignas de reconsiderarla?
Dios no es veleidoso. Sin embargo, es asombroso cómo la teología del juicio se aplica usualmente contra personas marginadas. La teología del juicio apela a esa parte de nosotros que pretende tener la certeza sobre cómo es Dios realmente. Tanto musulmanes como judíos, católicos, protestantes u ortodoxos, con frecuencia pensamos que tenemos la exclusiva de Dios y que comprendemos por qué Dios hace lo que hace. Tan desesperadamente queremos explicaciones y respuestas. Dios debe estar desternillándose por nuestra confianza en juzgarnos unos a otros. ¿O estará llorando?
En Lucas 13: 1-9, Jesús lidia con la teología del juicio. Él escucha la narración de cómo el tirano Poncio Pilato ha hecho una masacre con un grupo de galileos, mezclando su sangre con la de sus sacrificios (versículos 1-2). No conocemos el origen histórico de esta narración. Si realmente ocurrió, los detalles se han perdido para nosotros. En cualquier caso, Jesús alude más adelante a otra ocasión en la que dieciocho perecieron al derrumbarse una torre sobre ellos (versículo 4). Para los lectores modernos estas tragedias parecen aleatorias. Pilato, como todos los tiranos, tenía una inclinación al asesinato. Muchos edificios antiguos eran débiles debido a la corrupción humana o simplemente a una pobre ingeniería. "Las cosas ocurren", solemos decir. Sin embargo, los abogados de la teología del juicio desean una razón teológica para todo, especialmente para lo desafortunado y trágico. También insisten en contestar la pregunta, ¿de quién es la culpa cuando la gente inocente sufre y muere? Ser capaces de echar la culpa a acciones o errores humanos particulares pretende poner orden en el desorden de la vida. Esto mantiene a Dios (y frecuentemente a nosotros) apartado del sufrimiento humano.
¿Has pensado alguna vez que si las personas sufren se debe al resultado directo de sus pecados? ¿De quién es la culpa cuando la gente inocente sufre y muere?
Jesús convierte la trágica narración de los masacrados galileos y de la torre derrumbada en una oportunidad para minar la teología del juicio. Cuando el infortunio golpea a nuestros vecinos, es natural preguntarse por qué nosotros escapamos mientras otros no. La culpa de la supervivencia es un fenómeno con el que nos hemos ido haciendo familiares de forma angustiosa. Puede no ser halagüeño saber esto de nosotros mismos, pero este impulso también nos induce a felicitarnos a nosotros mismos por nuestro propio bienestar. ¿Somos afortunados?, ¿virtuosos?, ¿benditos? En la historia de Lucas, Jesús se aleja de esas explicaciones tan individualistas. Los que han muerto no eran peores que cualquier otro. Pueden, según Jesús, no ser culpables de su propio destino; sin embargo, los que rehúsan arrepentirse -convertirse a la vida abundante- atraen el juicio sobre sí mismos (versículo 5). 
La experiencia del VIH/SIDA en la comunidad LGTB proporciona un doloroso ejemplo contemporáneo. En los primeros años, cuando la enfermedad causó estragos en las comunidades de hombres gays, los religiosos fundamentalistas proclamaron que el SIDA era un don de Dios para extirpar el mal de la homosexualidad. La nube de esa teología del juicio fue opresiva y portadora de muerte para la autoestima y el bienestar espiritual de muchas personas LGTB. Sin embargo, sabemos por las personas hetero que están infectadas y afectadas por la enfermedad, que el VIH/SIDA no ha sido ni es más juicio de Dios contra la homosexualidad para las personas gays, de lo que es juicio de Dios contra la heterosexualidad. No obstante, la estigmatización del VIH/SIDA y su vinculación con esta teología del juicio, tuvo tanta prevalencia que impidió al gobierno de los EEUU, incluso mencionar la palabra "SIDA" hasta bien pasado el tiempo en el que la enfermedad debió haber sido combatida agresivamente y tratada compasivamente. Jesús da a entender que lo que sabemos es verdad: culpar a la víctima nunca ayuda a nadie y, con bastante frecuencia, proporciona excusas vacías para omitir un servicio compasivo a los que sufren.
El arrepentimiento que Jesús tiene en mente trasciende las debilidades morales personales. Más bien, Jesús, el portador de paz, nos llama a todos a arrepentirnos, a convertirnos de nuestra cultura de violencia, retribución y chivos expiatorios. Jesús llama a los que están en su compañía a discernir los tiempos. Reductos de resistencia subvertían la ocupación romana de Galilea y Judea. El camino de la resistencia violenta puede conducir a un mayor desastre, como en la revuelta judía de los años 66-70. Tal violencia, incluso la violencia en nombre de la liberación, engendra mayor violencia. Los que ejercen la violencia, a no ser que se arrepientan, traerán la destrucción sobre ellos y sobre los demás.
En medio de esta severa advertencia, Jesús también introduce una palabra de esperanza. Teje una historia sobre un hombre que ha plantado una viña (versículo 6-9). Al no encontrar ningún fruto en una higuera durante tres años, ordenó al jardinero que la talara. El jardinero se resistió, sugiriendo que el propietario esperase un año más para que la higuera diera frutos. ¡Gracias a Dios por su paciencia con nosotros y con nuestra sociedad inclinada al juicio!
En Lucas, Jesús rechaza la teología del juicio. En su lugar, Jesús llama a las personas a convertirse de la violencia y la explotación. Pablo, encarando circunstancias muy distintas, apela a la teología del juicio en 1 Corintios 10: 1-13. Los creyentes corintios habían abandonado las muchas divinidades de su cultura pagana para vivir en Cristo. Pablo, sabiendo que los corintios aún viven en un contexto en el que su evangelio se considera locura, emplea la teología del juicio como una advertencia. Los antepasados de Israel pudieron ser liberados de Egipto, Pablo les recuerda, pero no todos vinieron a poseer la tierra prometida.
¿Qué querrías preguntar o decir a Pablo, o cómo lo desafiarías, cuando dice que nuestros antepasados Hebreos sufrieron "como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos las cosas malas, como ellos codiciaron" (versículo 6)?


Para los que encontramos en Cristo una "nueva era" y liberación, ¿qué es lo que está en juego cuando participamos en la presente era de violencia y explotación? Pablo invoca la teología del juicio, sin embargo él también proclama la gracia de Dios que nos capacita, que siempre proporciona una forma de perdurar (10:13). Dios libera a los creyentes de una cultura hostil, capacitándolos para vivir en la "nueva era" de Cristo. Una vez más, podemos pensar en la Cuaresma como renuncia a un pasado, o podemos imaginarnos a nosotros mismos abrazando lo nuevo.

Isaías 55: 1-9 se dirige a un pueblo que afronta la transición de lo viejo a lo nuevo. La mayoría de los intérpretes asignan Isaías 55 al periodo del exilio de Judá. Habiendo sido trasladados forzosamente a Babilonia, mucha gente se adaptó bien a este contexto cultural. El profeta los llama a abandonar su vida en Babilonia por un arriesgado itinerario de "regreso" a Judá. Muy pocos de ellos han visto jamás Judá y el camino es amenazador. ¿Qué tiene Dios reservado por el camino para aquellos que viajen?
En el capítulo 55, el profeta llama al pueblo a arriesgarse. Lo familiar no los sustenta verdaderamente, no es pan para el viaje (verso 2). Sus ocupaciones actuales no los satisfacen de verdad. En su lugar, Dios los llama a dejar lo familiar y asumir el riesgo de lo nuevo: "Venid a mí... y vivirá vuestra alma" (versículo 3).
El Salmo 63: 1-8 comparte esta visión. Sea cual sea la actual circunstancia, se considera como "tierra seca y árida" (versículo 1). El salmista desea algo más, la satisfacción del alma. La satisfacción por la que el salmista suspira no tiene lugar en un sentido meramente intelectual o espiritual. Más bien, el autor anhela una unión con Dios que es completamente encarnada, sensual y erótica. El lenguaje de una carne desmayada (versículo 1), labios carnosos y suaves ofreciendo alabanza (versículo 5) o el lecho (versículo 6) como el mejor sitio para meditar sobre Dios, bien pueden causar un poco de bochorno. Esto es verdad especialmente para quienes lean estas palabras desde altivos atriles en iglesias donde los cuerpos -especialmente lo cuerpos LGTB- son vistos como objetos que someter o vencer. De nuevo, podemos desear incluir, en nuestras meditaciones de Cuaresma, una afirmación de la bondad del cuerpo, incluyendo sus necesidades de comida, afecto y contacto vital.
Esta sensualidad o corporalidad vital está también presente en la imaginería de la comida que se encuentra en cada uno de los textos del leccionario para este domingo. Isaías 55 celebra los placeres sensuales del agua, la leche, la miel, el vino y el pan. En el Salmo 63 el alma está sedienta, sin embargo aquellos a los que se les ha negado la plena humanidad recibirán un rico banquete (versículo 5). 1 Corintios 10 recuerda el alimento espiritual que Israel recibió. Y la parábola de la viña de Jesús apela a nuestro disfrute en las viñas y en sus suculentos frutos. Estos textos reconocen nuestras necesidades sensuales y terrenales, celebrándolas como medios por los cuales Dios nos bendice.

En este tiempo de Cuaresma, defendemos no tanto la renuncia como la exploración de nuevos caminos. Una teología del juicio nos advierte de que Dios acecha a la esquina, preparado para "pillarnos" cuando tropezamos. Seguimos a Jesús en su rechazo a tal teología del juicio. Sin embargo, si permanecemos estancados en los modos imperantes, nos perdemos el camino que Dios prepara para nosotros.
¿Qué buena nueva has descubierto en los pasajes de hoy, especialmente para vivir tu fe en una cultura de condenación? ¿Cómo ofrece la buena nueva esperanza y desafío a la iglesia o, específicamente, a la comunidad LGTB?
ORACIÓN INCLUSIVA
Dios de gracia y misericordia,
en un mundo que culpa y juzga a los que sufren,
anhelamos un camino diferente.
Ayúdanos a volvernos hacia ti,
que podamos encontrar formas de encarnar,
para nosotros y para los demás,
tu espíritu de compasión y de gracia.
En cualquier circunstancia de nuestras vidas,
estamos sedientos de tu paz
que sobrepasa todo entendimiento.
Ven cerca de nosotros y satisface nuestro anhelo.
Amén.
Versión original en inglés: Out in Scripture