Domingo de Ramos. Semana Santa. Año C.
La conocida historia de la entrada Jesús en Jerusalén que da comienzo a la Semana Santa, está enmarcada por importantes tradiciones bíblicas hebreas que enfatizan la interacción entre el sufrimiento y las experiencias de reivindicación en las vidas de fidelidad a Dios.
Lucas 19:28-40 y Salmo 118:1-2, 19-29 (para la entrada en Jerusalén).
Isaías 50:4-9a; Salmo 31:9-16; Filipenses 2:5-11; Lucas 22:14-23:56 o Lucas 23:1-49 (para la pasión de Jesús).
Conversan Christine Smith, Randall Bailey y Warren Carter.
El Salmo 118:1-2,19-29 retrata la escena de un gobernante que entra en el templo en tiempo de guerra. La escena enmarca la entrada de Jesús en Jerusalén. Como señala Randall Bailey, los versos de este salmo no seleccionados para las lecturas de hoy detallan la angustia del salmo, que esta arraigada en luchas poderosas y destructivas contra los enemigos. La nación está en guerra (Salmo 118:10-12) y ha habido algunas victorias (Salmo 118:13-18), pero la guerra no está todavía ganada (Salmo 118:25). En una procesión festiva que incluye agitación de ramos, el gobernante entra al templo a agradecer a Dios los éxitos y a pedir la salvación de Dios (Salmo 118:19-29). La reivindicación de Dios se encuentra después de la angustia (versículo 9) y de la inminente derrota (versículo 13) experimentada en los versos 5-14.
La entrada ‘antitriunfal' de Jesús en Jerusalén recuerda esta entrada litúrgica tanto como recuerda -y parodia- los rituales similares que acompañan la entrada de los generales romanos, oficiales y emperadores a las ciudades del imperio. La entrada de Jesús en Jerusalén y en el templo ocurre en medio de una lucha contra el poder extranjero gobernante: Roma. Su entrada se acompaña de la alabanza a Dios. Jesús es subversivamente saludado por los que no tienen poder, como un gobernante en la línea de David que traerá la paz. Pero sólo los gobernantes locales aprobados por Roma -deseosos de reinar como aliados de Roma- ejercían el poder. La atribución de realeza a Jesús era ilegítimo a los ojos de Roma y de sus aliados en Jerusalén. A lo largo de los acontecimientos de la semana se irá desarrollando cómo Jesús ejerce su realeza y cómo se enfrenta al poder romano, y cómo Roma responde.
Una segunda situación enmarca la entrada de Jesús en Jerusalén y los acontecimientos de la Semana Santa. El Salmo 31:9-16 dibuja un escenario de abuso de poder. De nuevo, la selección del leccionario omite versos y referencias a la angustia del salmista, silenciando de este modo la injusticia y la amenaza que están en el centro de su experiencia. Los detalles exactos de la situación del salmista son vagos. El salmista tiene oponentes poderosos que lo amenazan y traman contra él (versículos 31:8, 13 y 20). El salmista se siente perseguido (versículo 31:18) -quizá víctima de falsas acusaciones- y presenta una defensa. El salmista conoce la pena y el deterioro físico, quizá como resultado de la enfermedad (Salmo 31:10). La vergüenza social, el desprecio, el aislamiento y el rechazo continúan (Salmo 31:11). La confusión interna lo domina.
La angustia del salmista al enfrentarse a los poderosos, es elaborada en términos que resultan familiares para toda persona marginada a causa de su orientación sexual, nacimiento extranjero, etnia, clase social o cualquier otro factor. Sin embargo, también es evidente la desesperada confianza en Dios cuando el salmista busca su intervención misericordiosa (31:12-16). El salmista comprende -al menos en este salmo- que el favor de Dios incluye a todos y capacita a todos, a pesar de la experiencia social, política o incluso legal.
Aunque la razón del sufrimiento del salmista no está clara, la razón para la crucifixión de Jesús se comprende. Él es acusado de un delito. Su ministerio ha sido de desafío social. La identificación de las masas con él como gobernante no sancionado por Roma lo convierte en una amenaza y significa sedición. Roma y sus aliados en Jerusalén usan su poder y su sistema de 'justicia' para eliminar esta amenaza provincial a su statu quo.
¿Cómo encontramos a los que son poderosos hoy -a la realeza de hoy? Muchos líderes políticos en nuestro mundo parecen ignorar la situación apremiante de las personas LGTB; a las personas con VIH/SIDA que no pueden permitirse el lujo de medicamentos caros; o a los desplazados por desastres naturales. También muchos líderes religiosos se confabulan para expulsar a clérigos que mantienen relaciones amorosas estables con personas del mismo sexo.
¿Qué y quién representa en la iglesia y en la sociedad de hoy a los poderosos? ¿Dónde están los testigos alternativos al poder que se solidarizan con los oprimidos? ¿Dónde oímos que está siendo cantado el "Hosanna" liberador de Dios?
Isaías 50:4-9, se centra en el sufrimiento bajo el poder imperial. Subraya especialmente la experiencia de soportar el poder destructivo y de la necesidad de sostener a los "débiles", a los machacados por estructuras opresivas. El siervo sufriente habla del abuso psíquico y verbal soportado como respuesta a la fidelidad (versículos 4-6). La imagen de ofrecer sus mejillas a los le mesaban la barba, aparece en otros lugares para dar a entender situaciones de persecución de judíos bajo el poder imperial (Isaías 7:20; 2 Samuel 10:4). Aquí parece referirse a la experiencia del exilio durante la dominación babilónica.
El siervo, a la vez un individuo y un representante del pueblo con la misión de sostener a los débiles (50:4), sufre en un contexto de poder aplastante. Como el salmista, el siervo extrae gran fortaleza de la presencia de Dios. Ni la violencia se combate con violencia, ni los aprietos que sufre el siervo se ven como un castigo o una falta del favor de Dios. Dios viene en ayuda del siervo. Dios viene en auxilio del siervo y no es avergonzado. El siervo confía que los propósitos de Dios sobrevivirán a los enemigos (Isaías 50:7-9).
¿Estamos preparados para asumir el precio físico de la lucha por la justicia, para aquellos a quienes les es negada por parte del estado o de las instituciones religiosas? ¿Pensamos en serio que la lucha no nos pasará factura física, espiritual y emocionalmente? ¿Qué hacemos cuando nuestras experiencias no nos permiten dar testimonio de la plena reivindicación de Dios en la lucha?
¿De qué manera el pueblo de Dios que se encuentra oprimido se las arregla ante la desconexión entre la promesa de liberación Dios y sus dolorosas realidades actuales?
En Lucas 19: 28-40, la presentación de la entrada de Jesús en Jerusalén enfatiza temas que no sólo aparecen en las lecturas de la Biblia hebrea para hoy, sino también a lo largo de este evangelio. Jesús se ha estado encaminando a Jerusalén durante diez capítulos. La ciudad es el lugar de destino, en el que entrará en conflicto con la élite local, sufrirá su reacción violenta y morirá (ver Lucas 5:17; 9:31,51; 13:31-35; 18:31-34). La misión de Jesús, dada por Dios, de desafiar a los poderosos, de enfrentarse a los modos "normales" de organizar la sociedad y de ofrecer una alternativa (todo lo que el evangelio llama "salvación" o reino o imperio de Dios) fue anunciado tempranamente en el evangelio. Leemos sobre esta misión en relación con su concepción y nacimiento (Lucas 1:31-33,47-56; 2:10-14) y en el comienzo de su ministerio público (Lucas 4:16-30,43). Pero mientras el evangelio retrata a algunas personas como participantes en la misión de Jesús, otros se oponen y se resisten (Lucas 4:28-30; 9:22). Ellos tienen ideas muy diferentes sobre lo que Dios está haciendo o debería estar haciendo y sobre a qué debería parecerse la sociedad humana. En este pasaje intentan silenciar el testimonio de las acciones del poder transformador de Dios (19:37-40), un intento que Jesús identifica como inútil.
El pasaje evangélico reconoce que el culto es un acto político en el que se da testimonio de los propósitos liberadores de Dios en medio del poder opresivo. Esto también sugiere que muchas personas LGTB, y otros marginados en las iglesias y la sociedad, saben que el sufrimiento y el rechazo acompañan a la fidelidad especialmente cuando expresa identidades y prácticas alternativas.
¿Vemos también que nuestros actos de pública resistencia a la opresión son actos de culto y de liturgia? ¿O caemos en la trampa del pensamiento dicotómico y separamos la vida entre el ámbito de lo sagrado y de lo secular? Tal pensamiento nos impide ver que la lucha por nuestros derechos y la protesta contra la injusticia son actos de culto. Puesto que en el evangelio de Lucas la multitud proclama lo que los sacerdotes deberían estar diciendo: "bendito el Rey que viene en el nombre del Señor"; ¿se une el clero con demasiada frecuencia a los opresores y tienen los laicos que ocupar su lugar en las luchas?
¿Cuándo has sido testigo o has experimentado acciones arriesgadas de resistencia o justicia que podrías reivindicar como actos de culto?
Los capítulos 22-23 de Lucas contienen el relato evangélico de la pasión. La palabra "pasión" viene del latín que significa sufrimiento. La historia clasifica el sufrimiento de Jesús como la consecuencia de ser fiel a su identidad de agente de Dios. Jesús encarna la encomienda dada por Dios que manifiesta el gobierno davídico en medio del poder imperial (Lucas 1:32) y transforma las estructuras y normas sociales (Lucas 4:18-19 e Isaías 61). Compara estos versos con el salmo 72 para un esbozo de las responsabilidades de un gobernante de proveer justicia y recursos a los pobres y necesitados.
La élite de Jerusalén, aliados de Roma en el ejercicio de poder para defender -no para cambiar- el statu quo, quiere matar a este mensajero, Jesús, con una visión social diferente (Lucas 22:2, 52-54). Algunos seguidores le abandonan a él y su lucha por un mundo diferente (22:3-6,21,24-27,31-34,47-50,54-62). Jesús es golpeado e insultado (22:63-71). El gobernador romano se pone de parte de sus aliados de Jerusalén y lo crucifica (23:1-25).
Este relato de la pasión se sitúa en el meollo de las luchas revolucionarias de los judíos colonizados contra los poderes de opresión ejercida por Roma y sus colaboradores de la clase alta judía. Las esperanzas de liberación de los marginados se hacen trizas no sólo por el linchamiento del líder de la revolución, sino también en la narración de la historia. La historia liberadora y revolucionaria ha sido con demasiada frecuencia reducida a una lucha religiosa interna despojada de sus matices políticos.
¿Cuándo se malogran nuestras propias luchas por la liberación contra las políticas y doctrinas opresivas que aplastan a las personas, a lo largo de líneas de raza, género, sexualidad, clase o nacionalidad? ¿Cuándo hemos perdido el objetivo de nuestra lucha peleándonos los unos con los otros, dejando que nuestras historias sean desviadas por destacados "sueños" religiosos escapistas e ignorando las demandas arriesgadas de la justicia?
ORACIÓN INCLUSIVA
Dios justo y compasivo, danos el valor para entrar en lugares de riesgo, y de luchar con la fe y la convicción de Jesús. Danos la esperanza de que nuestros sacrificios serán reivindicados. Danos signos de tu constante presencia de justicia y verdad. Amén.
Versión original en inglés: Out in Scripture.