18.2.10

Brillando en la presencia del Señor


Domingo de la Transfiguración. Último domingo después de Epifanía.

El Domingo de la Transfiguración nos recuerda que como Jesús, estamos en la presencia de Dios, brillantes nuestros rostros en el amor de Dios.

Éxodo 34:29-35; Salmo 99; 2 Corintios 3:12-4:2; Lucas 9:28-36 (37-43)

Esta semana conversan Anne Dunlap, Derek Krehbiel y Sara Rosenau.

El Salmo 99 presenta la relación entre la humanidad, la tierra y Dios como intensamente física, incluso sensual. Tanto la humanidad como la tierra tiemblan cuando reconocen a Dios en plenitud de majestad (Salmo 99: 1). Esa relación apasionada es reforzada por la descripción del salmista de Dios como "amante de la justicia" en el versículo 4. "Justicia" en este caso es algo externo a Dios, permitiendo a Dios interactuar con ella, como un amante. Ser amante de la justicia podría entenderse como apreciar la justicia en términos modernos seculares (como quien ama un perro o una obra de arte), de modo intenso pero no erótico. Sin embargo, la pasión y la intensidad del resto del lenguaje usado en el Salmo 99 (tiembla, se estremece, hablando a través de una columna de nube) nos invita a una comprensión más profunda. El Salmo 99 ofrece una visión de Dios y la justicia entrelazados como amantes, con la "equidad" y la "rectitud" (versículo 4) como retoños divinos del abrazo apasionado.


Sin embargo, la justicia, la equidad y la rectitud pueden parecer conceptos abstractos comparados con el temblor y el estremecimiento físicos de la humanidad y de la creación en el versículo 1. ¿Cómo se pueden experimentar la justicia, la equidad y la rectitud a través de los sentidos, sensuales y eróticos? El Salmo 99: 6 recuerda como Moisés, Aarón y Samuel invocaron a Dios y Dios "les contestó... habló con ellos desde la columna de nube. El salmista evoca a Dios que está en relación con la humanidad por medio de nuestros sentidos visuales y auditivos ("escuchando" la respuesta de Dios y "viendo" la "columna de nube").

La respuesta de Dios a la invocación de los sacerdotes, los profetas y la humanidad en general es que nuestro Dios es un Dios que nos perdona y además un vengador de nuestras maldades (Salmo 99: 8). En la presencia de Dios, se nos asegura que aunque habrá consecuencias por nuestras maldades, nuestra valía esencial se afirma mediante el perdón de Dios. Estamos llamados a rendir cuentas, tanto quienes persiguen a la comunidad LGTB, como las personas LGTB mismas.

Respondemos a la justicia de Dios con un temblor involuntario físico y espiritual, al darnos cuenta, con todo nuestro ser, que estamos en la presencia de Dios y en relación apropiada con Dios. El temblor de todo nuestro ser en relación con otro es similar a nuestra experiencia de intenso placer sexual; sin embargo, en este caso, está más allá de nuestra experiencia de contacto humano-a-humano, nuestro temblor es sensual, incluso erótico, respuesta a estar en correcta relación con el Dios que ama la justicia y a la humanidad tan apasionadamente.

¿Has experimentado la presencia de Dios mediante los dones de tu ser físico y sensual? ¿Cuáles son las posibles conexiones entre la presencia de Dios a través de lo sensual y físico con la obra de Dios por la justicia?

Las lecturas de Éxodo, 2 Corintios y Lucas para este día, recogen el tema del salmista de una respuesta física y corpórea a estar en presencia de Dios. Donde el salmista describe el cuerpo tembloroso, estos pasajes dibujan la cara brillante, resplandeciente y transfigurada como el signo extático de estar en la presencia de un Dios amoroso. El arquetipo de tal transformación es Jesús.

Lucas 9: 28-36 articula la transformación de Jesús en el relato de la Transfiguración, de manera que es única en muchos aspectos respecto de las otras narraciones evangélicas en Marcos y Mateo. Primero, Jesús toma la postura de orante. Lucas señala que Jesús sube a la montaña a orar (versículo 28) y, como consecuencia de su oración, "el aspecto de su cara cambió" (versículo 29). El evangelio de Lucas enfatiza que cuando Jesús se hallaba en presencia de Dios, él empezó a parecer diferente. Su cara y sus ropas relucían, significando su comunión con Dios. También aquí en Lucas, es interesante señalar que, como en Getsemaní (Lucas 22: 45), los discípulos parecían adormecerse cuando algo importante está a punto de sucederle a Jesús. Dormir es símbolo de pérdida de fe y es indicativo del modo generalmente melancólico como vamos dando tumbos por la vida sin objetivo ni propósito. Cuando Pedro, Santiago y Juan se despiertan totalmente, sin embargo, son capaces de ver a Jesús como quien es, iluminado por el amor de Dios por él.

Los discípulos responden al signo de Jesús en su gloria de un modo familiar -con miedo. La solución de Pedro es entender rápidamente la experiencia y tomar una decisión. Puedes casi imaginártelo en un encuentro de asuntos congregacionales. "Esto está bien", diría. "Hagamos una moción para celebrar este día de ahora en adelante. Por favor, asegúrense de que figura en acta".
La llamada de Dios en nuestras vidas, sin embargo, es bastante más que una moción para señalar un momento en el tiempo. La llamada de Dios es a vivir plenamente vidas auténticas en la presencia de Dios. Dios rodea a los discípulos con la nube de la presencia de Dios -recordando Éxodo 34: 29-35, donde Dios se presenta ante los asombrados israelitas en una nube. No sólo Jesús, sino también sus discípulos, ahora "completamente conscientes" se descubren a sí mismos en presencia de Dios. Dios dice que escuchen a Jesús, al Jesús transfigurado, como un ejemplo de estar en la presencia de Dios con autenticidad plena.

¿Cuándo has experimentado un momento en el que te has encontrado en la presencia de Dios, y has llegado a ser plenamente consciente de tu auténtico yo, dado por Dios? ¿Cómo influye la experiencia y la advertencia de la presencia real de Dios en tu propia comprensión de quién eres?

En 2 Corintios 3: 12-4: 2, "todos nosotros" (versículo 18), como los discípulos en la Transfiguración de Lucas, estamos siendo transformados y reflejamos la gloria de Dios en nuestros "rostros descubiertos" -sin velo. La referencia al velo recuerda a la propia experiencia de transformación de Moisés en Éxodo 34: 29-35. Hay que tener cuidado al interpretar las palabras de Pablo en 2 Corintios para no promover el antisemitismo contra el judaísmo. Pablo era judío y la iglesia primitiva no se había desligado claramente aún de sus raíces judías. Lo que podría leerse como una crítica de Pablo de la práctica judía, debería interpretarse como una crítica a su propia tradición, desde su propia perspectiva de miembro de dicha tradición.

Además, Pablo parece recordar los detalles de la historia del Éxodo a su manera. Parece dar a entender que Moisés está continuamente velado ante el pueblo de Israel. En el Éxodo, sin embargo, está bastante claro que Moisés baja de la montaña con su brillante rostro, no se pone el velo hasta después de que haya contado la palabra de Dios al pueblo (Éxodo 34: 33). Después, Moisés se quita el velo para hablar con Dios, y para informar a los israelitas de lo que se les ha ordenado. "Al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro resplandecía" (versículo 35).

Por qué Moisés siempre se pone el velo al comenzar, permanece sin aclarar. El texto sugiere que el pueblo teme tan brillante autenticidad. Quizá el velo es una respuesta pastoral para gente con bastante miedo. Sin embargo, Moisés parece insistir en que la gente considere su cara resplandeciente como una prueba de que ha estado con Dios cara a cara.

Podemos ver que los pasajes de 2 Corintios y del Éxodo realmente concuerdan. Ambos textos dan testimonio del visible cambio que se evidencia en las caras de quienes están en la presencia de Dios. Aquellos que están en presencia de Dios no deberían esconder o velar ese hecho. Ocasionalmente podría ser necesario "velar" -"atenuar el resplandor" como sucedió -por una auténtica preocupación pastoral, (pero no por el propio miedo individual). El Éxodo sugiere, sin embargo, que dicha medida debe ser, como mucho, temporal y que el pueblo debe ver el rostro brillante de quien ha estado en la presencia de Dios.

En 2 Corintios, Pablo (quizá olvidando momentáneamente en su entusiasmo la naturaleza humana) va más allá, indicando que Cristo nos recuerda que el acceso a Dios no está limitado (lo que siempre es el objetivo de Pablo): estamos cara a cara con Dios, en todo tiempo, y así todos brillamos con la gloria de Dios. Por lo tanto, no hay necesidad real de estar velados.

Para la comunidad LGTB y sus amigos, los pasajes del Éxodo y 2 Corintios nos llaman poderosamente a presentarnos en nuestra autenticidad y no tener miedo demostrar nuestros rostros y ver la presencia de Dios reflejada en ellos.

¿De qué manera podrían la comunidad LGTB y sus amigos "velarse" a sí mismos -cubriendo la gloria de Dios que brilla a través de nosotros- ante otros o incluso ante Dios? ¿Qué podría significar quitar ese velo? ¿Hay siquiera un momento en que velarse podría ser apropiado?

 ORACIÓN INCLUSIVA

Santo Dios,tu rostro y vestidos están resplandeciendo.
Tu luz es un faro sobre una colina,
y no debería cubrirse.
Santo Dios,
estamos cara a cara ante ti,
estamos en tu presencia.
Temblamos de temor,
y sin embargo tu gloria nos lleva al éxtasis.
Santo Dios,
brilla a través de nosotros.
Ayúdanos a reflejar tu gloria.
Brilla a través de toda tu creación.
Te alabamos, Dador de luz.
Amén.

Versión original en inglés: Out in Scripture