Domingo 3º después de Epifanía. Año C.
Las lecturas de esta semana exploran la idea del cuerpo como la comunidad de fe inclusiva, interconectada, interpretativa y reveladora de Dios.
Nehemías 8:1-3, 5-6, 8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12:12-31a; Lucas 4:14-21
Conversan Mona West, Irene Monroe y David Wynn.
En Nehemías 8: 1-10, el antiguo pueblo hebreo se reúne para oír la "ley de Moisés" leída por primera vez. (La "Ley", que es también llamada la "Torah" o "Pentateuco", incluye los primeros cinco libros de la Biblia). La escena es notable. Más que en una área ritualmente restringida de un templo, se reúnen en un lugar público, la Puerta de las Aguas. Este era un lugar abierto a "todos los que podían entender" (verso 2). El pueblo viene a oír leer al sacerdote Esdras, y así lo hizo desde la mañana hasta el medio día. Durante ese tiempo, "los oídos de todo el pueblo prestaban atención" (versículo 3). El acontecimiento se convirtió en un tiempo santo. Esdras bendijo a Dios, y el pueblo elevó sus manos y gritó las afirmaciones: "Amén, Amén".
El acontecimiento no sólo fue un tiempo de celebración, fue un tiempo de interpretación. Los sacerdotes levitas estaban a mano para explicar el sentido de la ley "de manera que comprendieran" (versículo 8). En respuesta, el pueblo lloraba. Sin embargo, Esdras y los sacerdotes dijeron a la asamblea: "Hoy es un día dedicado al Señor, vuestro Dios. No os entristezcáis ni lloréis" (versículo 11). Esta era una gozosa reconstitución del pueblo hebreo. Ellos marcharon del acontecimiento celebrando y compartiendo con aquellos que no tenían nada. La Torah se hizo vida, el "texto" se hizo vida, por la lectura, la interpretación y la respuesta de todo el pueblo de Dios.
Este acontecimiento interpretativo del pueblo hebreo ofrece una visión alternativa a cómo es tratada la Escritura en las comunidades de fe. Interpretar la Escritura como la Palabra de Dios es siempre subjetivo y supone una intención, tanto si se hace en las torres de marfil de los seminarios como entre los muros de los santuarios. Interpretar la Escritura se convierte con frecuencia en una amenazadora lista de prescripciones y prohibiciones que unos pocos en el poder cargan sobre ciertos grupos de personas. En esas circunstancias, la autoridad de la Escritura reside no tanto en las palabras de la Escritura, como en el poder de aquellos que determinan lo que Dios debe decir. La lectura de hoy de Nehemías sitúa radicalmente la lectura y la interpretación de la Escritura en medio del pueblo, de todo el pueblo. En respuesta, ellos lloran, se regocijan, se abren a Dios y sirven con gratitud.
La Escritura nos pide ver las caras y oír las voces de los desposeídos, los sin voz, los malditos, aquellos a quienes no se respeta. La Escritura debe ser interpretada, celebrada y vivida con aquellos que son pobres, inmigrantes ilegales, con los sin techo y con aquellos que son lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.
Muchos estudiosos creen que el Salmo 19 originalmente existía como dos salmos separados. Los versos 1-6 expresan tanto la acción de gracias de la creación a Dios, como la gloria de Dios en la creación. Los versos 7-14 continúan la alabanza a Dios por su creación con acción de gracias por los dones y beneficios mediante la ley. Esta celebración de la ley tiene ecos de la alegría expresada por la asamblea en Nehemías. En el salmo, como en Nehemías, vemos cómo la Palabra de Dios es un don para todo el pueblo, no sólo para los privilegiados. Aquí la ley hace sabio a sencillo, anima a los corazones a alegrarse e ilumina los ojos. A lo largo del pasaje de Nehemías, conservado en el corazón de todo el pueblo, comprendemos por qué la ley es más deseable que el oro y más dulce que la miel (verssículo 10).
¿Qué fuerza reúnes cuando experimentas la Escritura, interpretada y celebrada en una comunidad fiel que incluye a personas que son frecuentemente rechazadas e ignoradas, como muchas personas de la comunidad LGBT? ¿En qué se distingue esa asamblea, ese cuerpo, en la manera de entender la Escritura?
En 1 Corintios 12: 12-31a, el autor, Pablo, describe la iglesia mediante la analogía del cuerpo humano. Su imagen de la comunidad amada como el cuerpo de Cristo resucitado enfatiza su unidad orgánica. Aunque el cuerpo es uno, está hecho de muchas partes conectadas y relacionadas unas con otras: "aunque el cuerpo es uno, los miembros son muchos" (versículo 20). El pasaje pone el acento en que "cuanto más frágil parece un miembro, más imprescindible es" (versículo 22). En el cuerpo de Cristo, "cuando un miembro sufre, todos sufren con él" (versículo 26). Pablo afirma la nueva realidad de la iglesia, sensual y encarnada: "Vosotros formáis el cuerpo de Cristo, y cada uno por separado constituye un miembro" (versículo 27). Como miembros, cada uno emplea diferentes dones para fortalecer el cuerpo (versículo 28).
El pasaje nos llama a cada uno a integrar el cuerpo de Cristo. El cuerpo de Cristo asume nuestros cuerpos, al ofrecernos al servicio de Cristo. El cuerpo de Cristo, con sus diversos miembros y dones, nos llama a ocuparnos de todo el cuerpo. Si ignoramos o nos desentendemos del pueblo LGBT de Dios, entonces rechazamos el "cuerpo de Cristo" total. Si nos desentendemos de quienes sufren, de quienes son deshonrados, entonces todos juntos en Cristo también sufrimos y somos deshonrados. ¡Juntos podemos alegrarnos también! Entre los muchos dones que las personas LGBT traemos a Cristo están nuestros propios cuerpos, nuestra sexualidad y nuestro género. La sexualidad es un lenguaje y un medio para comunicar nuestra necesidad espiritual de comunión íntima, humana y divina, y nuestro deleite en la misma. Es nuestra autocomprensión a través de la cual experimentamos el mundo.
¿Qué hay en la imagen del "cuerpo de Cristo" que encuentres significativo o inquietante? ¿Qué nos enseñan nuestros cuerpos -cuerpos de personas LGBT- sobre el cuerpo de Cristo?
En Lucas 4: 14-21, vemos a Jesús leyendo, interpretando y encarnando las palabras de la ley y los profetas. La narración enlaza bien con las lecturas e Nehemías y del Salmo 19. Las tres afirman el poder de la Palabra de Dios leída y encarnada en la asamblea. El pasaje de Lucas es una narración más extensa del regreso de Jesús a la sinagoga de su ciudad de origen que la que se encuentra en Mateo 13: 53-54 y en Marcos 6: 1-2. A diferencia de los otros evangelios, Lucas pone la historia al comienzo del ministerio de Jesús. Este es un momento definitivo para Lucas, este momento nos presenta cómo Jesús va a encarnar a Dios en el mundo, qué tipo de Mesías pretende ser. Presente aquí, en carne y hueso, Jesús proclama cumplidas las palabras ante los oyentes (versículo 21).
En esta lectura, Jesús se levanta ante la asamblea y lee del profeta Isaías (61: 1-2). La lectura en una de las canciones del siervo de Isaías que describe la labor del Mesías. Es un ministerio que da esperanza a los que son pobres, están cautivos u oprimidos (Lucas 4: 18). Este ungido, el Mesías, también proclama el año jubilar (Levítico 25: 8-12), un tiempo en el que la tierra descansa en barbecho y es devuelta a aquellos que la perdieron por la pobreza o las deudas (Lucas 4: 19). En la conclusión de la lectura del pasaje, en el versículo 21, Jesús proclama el cumplimiento de la profecía de Isaías. Las palabras que debían ser dichas por el Mesías, se encarnan ahora en Jesús: "El Espíritu del Señor está sobre mí" (versículo 18).
Las lecturas de hoy conectan palabras, cuerpo, llamada, comunidad, Espíritu y Cristo. La comunidad de fe LGBT es desafiada a incorporar en sí misma la Escritura y a encarnarla en el mundo. Debemos rechazar dejar que la buena palabra de Dios pase en silencio. Debemos aceptarnos como miembros vitales del cuerpo vivo de Cristo. Unimos nuestro cuerpos al de Cristo, rogamos que el Espíritu de Dios descanse sobre nosotros y vivimos compasivamente y justamente.
¿Qué tipo de Mesías crees que encarna Cristo? ¿Qué buena noticia ves que la iglesia, el cuerpo de Cristo, ofrece hoy? ¿Dónde parece estar silenciada la buena noticia de justicia, de paz y de compasión de Cristo? ¿De qué manera Dios llama a tu comunidad de fe a encarnar la buena noticia?
ORACIÓN INCLUSIVA
Dios sorprendente, Cristo viviente, Espíritu Santo,
Llénanos, da vida a nuestros cuerpos,
a nuestra sexualidad, a nuestras expresiones de género.
Danos forma como miembros aún más fieles de tu cuerpo.
Envíanos a ser tu palabra en el mundo.
Amén. Amén.
Versión original en inglés: Out in Scripture