31.1.10
Conocido por Dios, yo amo
Domingo 4º después de Epifanía.
¿Cuál es tu propósito? Sostenido y conocido por un Dios de amor tan grande, ¿estás también llamado a amar?
Jeremías 1:4-10; Salmo 71:1-6, 1 Corintios 13:1-13; Lucas 4: 21-30
Esta semana conversan Helene Tallon Russell, Charles Allen y Michael Miller.
En Lucas 4: 21-30, Jesús ha vuelto a Nazaret, donde podríamos esperar que fuese recibido como un héroe local y ser ciertamente bien conocido. Pero no recibe ningún honor. Situando el contexto de este pasaje, Charles Allen nos recuerda que Jesús acaba de proclamar el año jubilar, el año de gracia del Señor (Lucas 4: 19), que se pretendía poner en práctica cada 50 años. Es un año de celebración y descanso. Las deudas quedan perdonadas, las tierras son devueltas, los cautivos son liberados y los pobres reciben un indulto. Pero como Michael Miller nos recuerda, Israel era una nación cautiva. Allen imagina que la gente debe haber mirado a Jesús con escepticismo cuando dijo: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros" (Lucas 4: 21). Ellos podrían haber pensado: "Mira alrededor, no hay ningún jubileo". No tenemos ningún poder económico o político que haga que los arrogantes sean derribados y expulsados. Los humildes no serán elevados.
La gente de Nazaret está confusa acerca de quién es Jesús. Ellos pesaban que lo conocían: "¿No es este el hijo de José?" (versículo 22). Quizá pensaban que estaba sobrepasando lo que le permitían sus orígenes, yendo por ahí a proclamar mensajes proféticos y curando a tipos en las aldeas vecinas. ¿Quién se piensa que es? No se está ajustando a sus expectativas y ellos se llenan de ira (versículo 28) y buscan despeñarlo por un precipicio. Sin embargo, Jesús simplemente se marcha inadvertido. Allen señala que Jesús los evita física y espiritualmente. Ellos no comprenden quién es él , qué hace o por qué está allí.
Las personas LGBT hemos sido excluidas de las comunidades porque no nos ajustamos a las normas heterosexuales. Y quizá también hayamos excluido a miembros de nuestra propia comunidad que no se han ajustado a nuestras expectativas.
¿A quién hemos excluido dentro de la comunidad LGBT, porque él o ella no se ajustaba a nuestras expectativas?
Sin embargo, Dios nos conoce más íntimamente de lo que nadie puede conocernos. El conocimiento de Dios es más profundo y más completo que el de nuestra familia, nuestros padres, nuestros amigos e incluso nosotros mismos.
Aquí hay una conexión directa con Jeremías 1: 4-10, donde Dios llama a Jeremías a ser el profeta de Dios. Jeremías protesta: "Sólo soy un niño, no puedo hacerlo, no soy el adecuado, yo...". Dios lo interrumpe e insiste en que él conoce a Jeremías mejor de lo que Jeremías se conoce, mejor de lo que el padre o la madre de Jeremías lo conocen. Dios le dice "Antes de que te formara en el vientre te conozco, antes de que nacieras te consagré" (Jeremías 1: 5). Dios conoce a Jeremías mejor que ningún otro. Y Dios nos conoce mejor que ninguno de nosotros. Allen dice que Dios está presente en nuestra misma formación, que incluye nuestra orientación. Todos estamos fuera del armario para Dios. Dios llama a las personas LGBT desde el mismo comienzo y nos conoce en cada momento. Estamos consagrados por Dios y hemos recibido la vocación de ser plenamente nosotros mismos. Algunas veces nuestra vocación es justamente ser quienes somos como personas LGBT y dar testimonio de que Dios nos conoce, nos ama y nos acepta. Ser conocido es como salir del armario, salir del armario es ser conocido.
¿Puedes recordar un momento en el que ser conocido como una persona LGBT fue un alivio? ¿Has sentido este consuelo en la comunidad de fe? ¿Cómo puedes posibilitar que otros se sientan suficientemente seguros para ser conocidos?
El Salmo 71: 1-6 se hace eco del sentimiento de Jeremías de su la propia indignidad, sólo que ahora se convierte en sentimientos de absoluta dependencia y confianza en Dios. El salmista afirma que Dios nos elige desde nuestro comienzo para contar la verdad de Dios. Dios es nuestro refugio permanente en un mundo que nos hace avergonzarnos, nuestra confianza en nuestra agotadora lucha contra la injusticia y nuestro firme asidero en la escalada de la roca del prejuicio, que parece inamovible.
¿Cuándo te has sentido agotado de luchar contra la homofobia, el sexismo, el racismo u otros prejuicios? ¿Cuál era tu oración en esos momentos? ¿Cómo puede Dios ser fortaleza y refugio en esta lucha?
Como cristianos, se nos llama y se nos ordena amarnos los unos a los otros. El evangelio es como una elipse con dos puntos focales. Proclama la buena noticia de la gracia y la aceptación, y nos ordena amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, practicar la justicia y amar la misericordia. En 1 Corintios 13: 1-13, en medio de la disputa sobre cuáles son los mejores dones espirituales, Pablo recuerda a la iglesia que el amor es nuestra vocación principal. El amor de Dios nos capacita a amarnos unos a otros. Soy conocido por Dios, y por lo tanto amo.
ORACIÓN INCLUSIVA
Dios, divino y permanente Amante,
ayúdanos a recordar que estás
con nosotros y entre nosotros
en cada momento:
Dios, delante de nosotros,
Dios, detrás de nosotros,
Dios a nuestro lado,
Dios, debajo de nosotros,
Dios sobre nosotros.
Danos fuerza para ser pacientes y amables,
para soportarlo todo, esperarlo todo, aguantarlo todo.
Tú eres nuestro firme asidero y nuestra confianza, ahora y siempre. Amén.
Versión original en inglés: Out in Scripture