17.11.09

El reino de la justicia y del amor de Dios

22 de noviembre
Domingo 34º de Tiempo Ordinario. Año B.

Daniel 7: 9-10 sitúa ante nosotros la imagen de Dios como "el Anciano". Con esa imagen en nuestros corazones y nuestras mentes, podemos entrever muchos aspectos de Dios que iluminan esa imagen. Estos podrían incluir: una sabia persona mayor con una manera amable, pero firme, de enseñar sobre la vida; una abuela amorosa con una amplia falda con pliegues, que proporciona lugares seguros donde esconderse y acurrucarse; o un anciano tallando en un trozo de madera un complicado diseño, disipando cualquier atisbo de pereza que pueda ser confundido con la serenidad. Sin embargo, todos esos aspectos del Anciano parecen desaparecer cuando nos encontramos con el árbitro de justicia de Daniel, sentado en su gran trono y servido por la multitud. El cambio de imagen necesita ser estudiado por cómo ha sido usado, tanto para juzgar implacablemente a los demás, como para proclamar la justicia y la liberación de Dios. En 2 Samuel 23: 1-7 y en el Salmo 132, podemos también estudiar cómo la justicia y el pacto de Dios pueden o no extenderse mediante el poder político, como el del reino de David.

En el libro de Daniel, el pueblo hebreo bajo la persecución de Antíoco Epifanes (167-164 a. C.) necesitaba esperanza. Asimismo, la majestad real y la fuerza de Dios descritas en el Salmo 93 pueden confortarte si tu lugar en la vida te deja a merced de aquellos que están en el poder. Cuando el pueblo de Dios es perseguido, éste busca un libertador fuerte. En momentos de persecución y discriminación, el pueblo LGBT ha anhelado una liberación como esta -una clara y fuerte victoria. El lenguaje de la visión de Daniel, asegura al pueblo de Dios que su justicia reina -es un señorío que no pasará. Dios actúa definitivamente.

¿De qué manera la imagen de Dios como libertador, conquistador y gobernante es una buena noticia para ti o para tu congregación? ¿Qué otras imágenes se necesitan para completar ésta?

Apocalipsis 1: 4b-8 también puede llevarnos a una esperanza infalible. Si sólo pudiéramos comprender lo que Jesús estaba tratando de decirnos y vivirlo, estaríamos finalmente cooperando con el reino de justicia y paz de Dios. En el Apocalipsis, el paraíso no está perdido para siempre ni es sólo alcanzable después de que muramos. "Todo ojo lo verá" (versículo 7) implica que todos nosotros veremos la encarnación del amor mismo en Jesús y no tendremos ya que ver "por espejo, oscuramente" (1Corintios 13: 12). Nuestro propio sentido de la justicia puede esperar que los injustos y los violentos giman con gran dolor, por lo que han hecho a la creación de Dios. Sin embargo, la auténtica esperanza y la mayor convicción es que Dios es, verdaderamente, el principio y el final de todo -del lenguaje, del pensamiento, de la imaginación, de la vida- y todo eso está más allá de nuestro conocimiento y comprensión.

"Quiero que Dios sea el Alfa y el Omega, el principio y el fin. No quiero que aquellos que oprimen y discriminan tengan la última palabra que decir a las personas LGBT. No quiero que Dios extermine al opresor, sino más bien que cumpla su promesa de habitar entre nosotros y enjugar toda lágrima. No habrá más muerte, ni llanto ni dolor (Apocalipsis 21:4)."
Sidney D. Fowler


¿Qué diferencia hay en que uno viva creyendo confiadamente que Dios es "el Alfa y el Omega", el principio y el fin?

En Juan 18: 33-37, el interrogatorio manipulador que Pilato, el prefecto romano, hace a Jesús no se sostiene ante la réplica de Jesús y la claridad con que llama a las cosas por su nombre. Jesús señala un reino que juzga el poder de Pilato como meramente político. Cuando se le pregunta si él es rey, Jesús no responde sí o no, en lugar de eso señala la razón auténtica de su nacimiento, "para dar testimonio de la verdad" (versículo 37). El poder no reside en la posición, sino en cómo Jesús dice la verdad al poder. Las personas LGBT y la iglesia, juntas, están llamadas a seguir la guía de Jesús. Decimos la verdad en el mundo que nos rodea, declarando algunas veces "sí", algunas veces "no", fundados en el reino de justicia y amor de Dios.

A lo largo del Evangelio de Juan, Jesús contesta preguntas con preguntas, y habla con una profundidad que frustra a aquellos con los que entabla disputas. Hoy, parece haber ocasiones en las que los debates entre los grupos LGBT y quienes combaten contra ellos son frustrantes de una manera similar. Estudiando este pasaje, April Baker refleja su experiencia con esta clase de debates: "Hablo muy bien a un cristiano conservador. Es el lenguaje de mi infancia y ciertamente de mi cultura como sureña. Así que cuando converso con gente usando su vocabulario, pero expreso un mensaje distinto del que ellos han escuchado antes, son comunes las miradas de perplejidad. ‘Pero qué hay de...', ‘Pero la Biblia dice...', ‘Pero cómo puede usted...' se convierten en respuestas, no diferentes del intento de Pilato de hablar con Jesús. Bien llevado, esto puede ser un buena forma de indicar otra manera de ser o de pensar. Por otra parte, este método puede ser también usado para menospreciar a los otros, o intentar avergonzarlos o pillarlos en su ignorancia. La verdad y la gracia deben estar indisolublemente ligadas en este tipo de debates".

¿Cuándo has sentido la frustración de comunicar quién eres a alguien que no comprende? ¿Cómo puedes permanecer fiel a través de estos encuentros?


Oración inclusiva

Poderoso Dios,
cuando nos encontramos más vulnerables
ayúdanos a descansar nuestra esperanza en ti.
Recuérdanos que la fuerza
puede ser usada para hacer daño o para amar,
y que cuando tú eres la fuente de nuestra fuerza
ningún poder dañino puede vencerla.
Haznos más amables,
pero no permitas que dejemos de luchar
por la liberación y el establecimiento de la justicia
en tu reino de rectitud.
Amén.