3 de abril de 2011
Domingo 4º de Cuaresma. Año A.
Es verdad. Vemos y experimentamos a Dios a través de nuestros cuerpos. Esa verdad nos trae tanto sanación como desafíos. ¿Cómo escuchamos la comunidad LGBT y nuestros amigos esta noticia?
A las personas LGBT se las ha caricaturizado con frecuencia como excesivamente preocupadas por el cuerpo. Los pasajes de esta semana nos insta a centrarnos en el cuerpo. Por lo tanto, pueden ser particularmente adecuados para ser leídos desde una perspectiva amistosa con las personas LGBT.
¿Cómo podría tratarse la historia de la unción de David por Samuel en 1 Samuel 16:1-13? Vemos al gran "vidente" Samuel, examinando a los hijos de Jesé para discernir a quién ha elegido Dios. Vemos a Samuel admirando la apariencia y la estatura del primer hijo de Jesé, Eliab, y llegando a la conclusión de que éste era el elegido, sólo para ser corregido con esa frase memorable: "No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, Yo me fijo en el corazón" (verso 7). Sin embargo, sigue siendo a través del cuerpo como Samuel discierne la elección de Dios. Dios usa el ojo de Samuel para la belleza masculina, para "ver" a quien iba a ser el gran rey de Israel.
Dios usa nuestra capacidad de atracción física, nuestra capacidad de ver y desear, para promover sus propósitos en el mundo. A pesar de la insistencia del escritor de Efesios 5:8-14 en que el cuerpo sexual es odioso para el Espíritu, el cuerpo es afirmado en la historia de la unción del rey David. David no se disculpa por la complacencia de Dios en su aspecto físico. Cuando baila sin sus ropas delante del arca del Señor en 2 Samuel 6, él insiste en que hacía esto por Dios y no por las jóvenes esclavas, como pensaba su esposa (versos 16-20). El sentido a través del cual Samuel conoce al elegido de Dios, es el don de la vista.
¿Has considerado cómo Dios podría usar nuestra capacidad de sentirnos atraídos para su obra? ¿Sabes de algún caso? ¿Qué resulta maravilloso en este descubrimiento? ¿Qué preocupaciones o peligros surgen también cuando nos dejamos llevar por nuestras atracciones?
El énfasis en el don divino de la vista continúa en nuestra conversación sobre Juan 9: 1-41. Devolver la vista es la obra urgente del reino de Dios revelada a través de Jesús -devolver a las personas su plena capacidad sensual, metafóricamente -. La lectura del evangelio de Juan dibuja a Jesús obrando (en Sábado), restaurando la integridad (¿santidad?) a través de la violación de un código de santidad. Y se deja solo al sanado para que defienda su sanación, y a Jesús, el sanador (versos 13-17).
¿No es éste el aprieto en el que se ven algunas personas LGBT y otras personas oprimidas? Dios nos restaura la plena sensualidad y la plena apreciación de nuestra corporalidad como personas provistas de raza, género y sexualidad; pero se nos deja solos en la comunidad para defender nuestra sanación, y a aquellos que nos ayudan en nuestra curación. Algunos, seguramente, puede que sigan insistiendo en que Dios no sana a las personas LGBT para que asuman su sexualidad. Esos ministros que apoyan la plena condición de persona de las personas LGBT, seguramente están rompiendo la ley de Dios -también Jesús fue acusado de hacerlo (verso 16). Estas personas esperan que seamos sanados para librarnos de la apreciación y la celebración de nuestra sexualidad, nuestra raza o nuestro género.
¿Qué experiencias has tenido en las que has conocido que Dios te había liberado, pero otros cuestionaban tu autenticidad? ¿O de que quienes esperabas que te apoyaran no lo hicieron? ¿Cómo te afectó esto?
Sin embargo, Juan insiste en que algunos que se creen dotados de visión, realmente no pueden ver. Y aquellos a quienes se les considera como ciegos, están de hecho en plena posesión de sus capacidades sensuales. ¿No es responsabilidad de la comunidad amada apoyar la plena expresión de nuestra humanidad? ¿No es la oportunidad de la comunidad amada para defender y estar junto a quienes llegan a la plena humanidad saliendo del armario, proclamando su sanación?
Sin embargo, debemos insistir en que la ceguera no es sólo una metáfora, no se trata de estigmatizar a los ciegos como seres humanos incompletos. En realidad, quienes están físicamente ciegos pueden también participar de su plena humanidad. Creer en Jesús implica experimentar la obra de Jesús en la propia vida, siendo devueltos a la plena humanidad y a la plena comunidad. La obra de Jesús, el reino de Dios, sólo puede ser experimentada en y a través de la carne. Las personas LGBT y otras personas oprimidas no necesitan disculparse por asumir su carne, pues como Samuel, Juan y el salmista insisten (véase el salmo 23: recostados en verdes praderas, siendo conducidos hacia aguas tranquilas, siendo consolados por la vara y el cayado de Dios), es a través como experimentamos la presencia y la unción de Dios.
Sin embargo, debemos insistir en que la ceguera no es sólo una metáfora, no se trata de estigmatizar a los ciegos como seres humanos incompletos. En realidad, quienes están físicamente ciegos pueden también participar de su plena humanidad. Creer en Jesús implica experimentar la obra de Jesús en la propia vida, siendo devueltos a la plena humanidad y a la plena comunidad. La obra de Jesús, el reino de Dios, sólo puede ser experimentada en y a través de la carne. Las personas LGBT y otras personas oprimidas no necesitan disculparse por asumir su carne, pues como Samuel, Juan y el salmista insisten (véase el salmo 23: recostados en verdes praderas, siendo conducidos hacia aguas tranquilas, siendo consolados por la vara y el cayado de Dios), es a través como experimentamos la presencia y la unción de Dios.
¿Cómo te afecta el énfasis puesto en que a Dios se le experimenta a través de la carne y obra a través de ella? ¿Cómo es buena noticia? ¿Qué te dice Dios a través de este énfasis?
Oración inclusiva
Dios que celebras nuestros cuerpos y nuestra liberación de la opresión,
ayúdanos a acercarnos y apoyar
a quienes están en proceso de salir del armario y de ser sanados,
a quienes están llegando a la conciencia de los dones
de tu presencia en nuestros propios cuerpos.
Ayúdanos a darnos cuenta de que, como defensores tuyos,
con frecuencia hacemos el mal
y acabamos por oprimir a quienes tú has liberado.
Perdónanos por estos maltratos
y ayúdanos a aceptarnos a nosotros mismos
como tú nos has aceptado y liberado.
Amén.