15.4.11

Domingo de Ramos: agradecimiento inspirador y resistencia

17 de abril de 2011
Domingo de Ramos. Año A.

(El comentario se centra, en esta ocasión, en las lecturas de la celebración de la entrada en Jerusalén.)

Jesús, que pronto será rechazado, se convierte en la fuente de apoyo y liberación para un pueblo que busca resistencia y cambio.

Las dos lecturas de la celebración de las Palmas, Salmo 118:1-2, 19-29 y Mateo 21:1-11, comparten el imaginería de la gran entrada en la ciudad con acción de gracias, cantando y agitando ramas. Una conexión ulterior entre estos dos pasajes se encuentra en la cita del salmo por Mateo: "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Mateo 21:9; Salmo 118:26). Históricamente, este salmo era el último de los salmos Hallel cantados en la festividad judía de la Pascua. El uso de este salmo se hace eco de la celebración de la Pascua, y del recuerdo colectivo de la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud y la opresión.

¿Cuáles son algunas de las "celebraciones"  inesperadas en la memoria colectiva de tu congregación y de la comunidad LGBT que ensalzan las acciones liberadoras de Dios?


La extrañeza, sin embargo, de la escena de Mateo en el capítulo 21 no se mitiga por su conexión con el salmo. Vemos a Jesús montando una asna y un pollino con una gran multitud de creyentes gritando: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! (verso 10). Sólo unos creyentes podían imaginar y venerar a este hombre humilde sobre dos mansos mamíferos. Sólo unos creyentes podían comportarse con tal patente exuberancia alrededor de semejante gobernante, materialmente empobrecido. Intelectualmente, qué impresión tan irónica e incongruente proporciona esta escena.


Pero estos creyentes, similares a los del salmista del salmo 118, demuestran un conocimiento cierto y eufórico de que su Mesías ha llegado. Ambos pasajes se refieren a la entrada festiva de un gobernante y a la celebración de la bondad del Señor. Se nos deja vislumbrar la naturaleza liberadora de las acciones de alabanza y culto que en esencia son auténticamente una experiencia corporal integral. Es interesante que la propia santidad o su carencia no parece ser un impedimento para la alabanza y la adoración. Los cristianos con frecuencia erramos el tiro cuando pensamos que estar libre de culpa o pecado es el criterio fundamental para relacionarnos con la divinidad.


Nos preguntamos quién en la multitud de Mateo 21 o en los participantes en la liturgia del Salmo 118, era auténticamente justo y manso. Sólo Dios sabe y juzgará algún día con rectitud. El pecado, real o sentido, no afecta la propia capacidad de acercamiento a Dios. En realidad, el pecado proporciona a todos razón de más para buscar el rostro, la gracia y la misericordia de Dios.

¿En qué medida los estereotipos han obstaculizado que tú, la comunidad LGBT y tu propia comunidad de fe busquéis y alabéis a Dios? ¿Cuáles son algunos de los medios constructivos para vencer a esos estigmas negativos?

Finalmente, la comunidad del salmista y la comunidad que rodea a Jesús se congrega en torno a estas entradas con regocijo y acción de gracias. La entrada de Jesús, sin embargo, causa otra reacción: agitación (Mateo 21:10). Literalmente, toda la ciudad de Jerusalén se conmovió. Su reacción pone en marcha los acontecimientos que condujeron a la muerte de Jesús. La entrada de un individuo que representa la resistencia y la liberación inspira naturalmente dos reacciones: la acción de gracias de unos y la agitación de otros.

¿Cómo podemos ser catalizadores de la resistencia y la liberación, y cómo nos preparamos para reacciones tanto de acción de gracias como de agitación?

Oración inclusiva
Acaso la oración y la reflexión más apropiada provenga hoy del pasaje bíblico del libro de los Salmos. Al meditar sobre el Salmo 118, pregúntate: "¿Cómo me anima el movimiento de Jesús hacia la misión y la victoria en mi propia misión de vida?

Salmo 118:1-8, 14-17

1 Dad gracias al Señor, porque él es bueno;
      su gran amor perdura para siempre.

   2 Que proclame el pueblo de Israel:
      «Su gran amor perdura para siempre.»
3 Que proclamen los descendientes de Aarón:
      «Su gran amor perdura para siempre.»
4 Que proclamen los que temen al Señor:
      «Su gran amor perdura para siempre.»
   5 Desde mi angustia clamé al Señor,
      y él respondió dándome libertad.
6 El Señor está conmigo, y no tengo miedo;
      ¿qué me puede hacer un simple mortal?
7 El Señor está conmigo, él es mi ayuda;
      ¡ya veré por los suelos a los que me odian!
   8 Es mejor refugiarse en el Señor
      que confiar en el hombre. 
14 El Señor es mi fuerza y mi canto;
      ¡él es mi salvación!
   15 Gritos de júbilo y victoria
      resuenan en las casas de los justos:
   «¡La diestra del Señor realiza proezas!
16 ¡La diestra del Señor es exaltada!
      ¡La diestra del Señor realiza proezas!»
   17 No he de morir; he de vivir
      para proclamar las maravillas del Señor.