Domingo 27º de Tiempo Ordinario. Año C.
¿Qué espera Dios de nosotros en tiempos difíciles? ¿Qué es suficiente?
El libro de las Lamentaciones trae directamente ante nuestros ojos la devastación y la desolación de Jerusalén. El libro da voz a la nostalgia y la profunda pena del pueblo de Dios. Son personas en el exilio de Babilonia, lejos de su amada Jerusalén. El pueblo de Dios es como una viuda que "llora amargamente de noche con lágrimas en sus mejillas". Ella "no tiene quien la consuele" (Lamentaciones 1: 2). ¿Cuántas personas LGTB se hacen eco del sentir de este lamento?
Algunas veces, cuando admitimos nuestro verdadero yo a las personas a las que consideramos nuestra familia y amigos, nos encontramos con que nuestra vieja forma de estar en el mundo -nuestras relaciones con los otros y nuestros sueños de futuro- parecen destrozados. Muchos de nosotros nos encontramos exiliados de nuestro hogar. La verdad sobre nuestras vidas, a veces, resulta ser más de lo que los otros pueden soportar. Es mucho lo que perdemos. Durante ese tiempo, llegamos a encontrarnos solos y abandonados; somos excluidos, lloramos amargamente, somos traicionados, estamos angustiados y afligidos, y no hay nadie que nos consuele. ¿Cómo encuentran las personas esperanza en medio de semejante pérdida?
¿ Qué clase de devastación y desolación han experimentado las personas LGTB a lo largo de su historia? ¿Cuándo y dónde hemos encontrado esperanza?
Lamentaciones también promete liberación -el eterno amor de Dios nunca cesa; la misericordia de Dios nunca se acaba, cada mañana se renueva su fidelidad (Lamentaciones 3: 22). La promesa es: "El Señor es bueno con los que en él confían, con los que a él recurren" (verso 25). Quienes vemos destellos de esperanza en nuestra vidas y somos capaces de esperar en Dios, somos capaces de habitar en la seguridad de que la fidelidad de Dios es grande. La devastación y la desolación no duran por siempre, especialmente si somos capaces de borrar el sentimiento de indignidad y minusvalía que la sociedad ha grabado en nosotros y creemos verdaderamente en el amor de Dios. Cuando somos capaces de esperar pacientemente en medio de las lágrimas y de la ansiedad, y de encontrar personas y comunidades que afirman positivamente nuestras vidas y amores, entonces conocemos de verdad que Dios es nuestro lote. Dios es bueno con nosotros, y el amor y la misericordia de Dios no tienen fin. El don de ver más allá del presente, con la desorientación y pérdida que supone, puede no parecer un logro maravilloso. Sin embargo, frente al duelo real, esta fe resulta suficiente.
El Salmo 137 da voz a un lamento a gritos, acompañado del típico deseo de venganza. Describe las burlas de los captores de Israel, junto con la muy real desesperación que dicha humillación provoca. Este salmo tiene a veces mala reputación, pues se imagina a niños estrellados contra el muro. Sin embargo, el salmo ofrece una de esas raras expresiones bíblicas de frustración y dolor sincero. El salmista se agarra con fiereza los recuerdos de Sión y quizá a la esperanza de su restauración. Quizá, dadas las circunstancias del salmista, este recuerdo sincero es suficiente.
La lectura de 2 Timoteo nos anima de igual modo a esperar en Dios, a ser pacientes en los tiempos difíciles y en los pesares. Realmente, no tenemos por qué desesperar, incluso cuando la vida se endurece, porque Dios nos ha dado poder, amor y buen juicio. Dios nos llama a la santidad, de acuerdo con sus propósitos y su gracia. ¿Es posible considerar nuestra orientación sexual como una parte de los planes de Dios y como gracia para nuestras vidas? No debemos avergonzarnos, especialmente los que somos personas LGTB que amamos a los de nuestro mismo sexo; porque sólo necesitamos conocer y amar a aquél que nos da poder y amor, y depositar nuestra confianza en el Santo. Ésta es la buena noticia que podemos compartir con el mundo, como Pablo se sintió compelido a hacer.
¿Cómo te ha guiado Dios a lo largo del tiempo en tu comprensión de tu propia sexualidad? ¿Cómo podría el ‘esperar en Dios' conectarse con llegar a comprender la sexualidad como parte de los planes de Dios y como gracia en tu vida?
Lucas 17: 5-10 combina dos dichos que son bastante raros por sí mismos, y desconcertantes cuando se ponen juntos. Primero, Jesús fomenta en los discípulos la idea de que incluso una fe minúscula puede hacer grandes cosas. Entonces, Jesús les dice que -como los esclavos- no deben esperar alabanza por los actos ordinarios de fidelidad. ¿Qué sostienen estos dichos juntos? ¿Podría ser simplemente que las muestras ordinarias de fidelidad son suficiente a los ojos de Dios?
¿Cómo caracterizarías tu fe -una fe grande o una fe pequeña? ¿Cómo describirías la fe de tu congregación? ¿De qué maneras grandes o pequeñas, estás llamado a expresar tu fe?
Oración inclusiva
Maravilloso Dios,
que podamos conocerte como aquél que nos ama,
que podamos conocerte como aquél que nos ama,
aquél que es bueno con nosotros,
aquél cuya misericordia nunca se acaba,
y como aquél que nos ofrece esperanza.
Incluso en medio de la devastación y la desolación de hoy,
nos llamas a la santidad, a la gracia y a la confianza.
En nuestra angustia y aflicción,
llena nuestras vidas con poder y fuerza-
con la clase de fuerza que sólo tú puedes dar.
No permitas que nos avergoncemos de invocarte,
y capacítanos para compartir la buena noticia
de cuán positivamente afirmas nuestras vidas
y cuán grandemente nos amas,
con todos aquellos con quienes nos encontremos.
Amén.