Domingo 24º de Tiempo Ordinario. Año C.
Dios es más inclusivo de lo que podemos imaginarnos, no menos...
Algunas de nuestras lecturas sugieren que Dios ama mucho más de lo que podemos imaginarnos. Pero en otras lecturas, especialmente en Éxodo 32: 7-14, Dios parece amar bastante menos, ¡incluso menos de lo que podemos imaginarnos! Escuchar cómo estas lecturas se leen juntas es un desafío para cualquier oyente.
Lucas 15: 1-10 ofrece dos parábolas que hablan de la extravagancia del amor de Dios. Tanto el pastor con la oveja perdida, como la mujer con la moneda perdida, recurren a lo escandaloso, incluso a medidas poco prácticas, para encontrarlas. Una vez que las encuentran, inician celebraciones que parecen excesivas. Así, declara Jesús, es cómo Dios responde a los pecadores arrepentidos (versos 7, 10). Sin embargo, las parábolas en sí no hablan de pecadores. La oveja y la moneda están perdidas, pero sus poseedores son quienes las pierden. La oveja y la moneda no se arrepienten. La extravagancia del amor de Dios no está supeditada a nuestra respuesta. Permanece inconmensurable.
¿Has llegado alguna vez a hacer algo escandaloso con tal de encontrar algo que hubieras perdido? ¿Estabas siendo ‘irracional'? ¿O estabas respondiendo a algo inconmensurable? ¿Puedes acaso medir el valor de otra persona o de ti mismo?
1 Timoteo 1: 12-17 se hace eco de estas parábolas. Aunque no escrita por el propio Pablo (según el parecer de la mayoría de los estudiosos), pretende reflejar la reacción de Pablo a su encuentro con el Cristo resucitado. Pablo (según se retrata) se considera a sí mismo el "primero" de los pecadores (verso 15), no porque dejase de cumplir la ley, sino porque era "blasfemo, perseguidor e injuriador" (verso 13). Era culpable de delitos de odio. Aunque Pablo actuó desde la ignorancia, continúa asombrándose de que Dios a través de Cristo saliera activamente en su busca. El amor de Dios por él "fue más abundante" (verso 14). Pablo encuentra esto extravagante, inconmensurable -se podría llamar a esto la opción preferencial de Dios por sus auténticos opositores. El Salmo 51: 1-10 de igual modo cuenta con que la "abundante misericordia" de Dios (verso 1) trabaja más allá de los cálculos de lo que uno se merece.
¿Cómo respondes a los que te excluyen, quizá hasta con violencia, a causa de su gran ignorancia y santurronería? Deberíamos trabajar por la protección de los vulnerables más allá de toda medida, ¿cómo damos cabida, nosotros y nuestras comunidades, a la extravagancia del amor de Dios incluso por aquellos que desean nuestro mal?
El Salmo 14 usa un tono diferente que se acerca al tono desesperado de Jeremías 4: 11-12, 22-28. Aunque el salmo parece comenzar como una denuncia de los necios que niegan a Dios, rápidamente se convierte en una denuncia de todo el mundo: "¡no hay nadie que haga lo bueno!" (verso 1). ¿Hay alguno sabio? No, todos se han extraviado (versos 2-3). Todos somos necios, por lo que parece. Entonces, sin explicar por qué, el salmista comienza a hablar de las víctimas de estos malhechores. Se convertirán en el pueblo de Dios, que es compañía de los justos y esperanza del pobre (verso 4-6). ¿De dónde han venido estas víctimas pobres y justas? No se nos dice y se nos deja deducir que el salmista ha estado exagerando.
Jeremías 4: 11-12, 22-28 es aún más amenazador. A causa de la necedad de su pueblo, Dios aparece como una fuerza implacable, un viento sin más propósito que destruir (verso 11). En contraste con las lecturas de las últimas semanas, el terrible plan de Dios no puede ser alterado bajo ninguna circunstancia (verso 28). Hay apenas un asomo de compasión (verso 11: "mi pobre pueblo") y esperanza (veros 27: "pero no la destruiré del todo"),pero el tono dominante es de desesperación.
La reacción de Jeremías a esta visión no está incluida en esta sección, pero debería señalarse, ya que forja un vínculo entre Jeremías y Moisés, en las lecturas alternativas para hoy. En el verso 10, Jeremías se atreve a decir: "¡Ay, Señor, cómo has engañado a la gente de Jerusalén! Les prometiste paz, y lo que tienen es un cuchillo al cuello". Aunque Jeremías se encuentra incapaz de evitar el desastre inminente, no duda en acusar a Dios de violar su pacto de la misma manera que el pueblo lo ha hecho. No cambia el resultado, pero su protesta a favor de su pueblo queda patente.
Cuando el desastre parece inevitable, ¿cómo respondes?. ¿Es una pérdida de tiempo quejarte protestando? ¿A quién te diriges?
La conversación entre Moisés y Dios en Éxodo 32: 7-14, puede ser el pasaje más problemático de todos para algunos. O puede ser el más interpelante, dependiendo de la visión de la Biblia y de Dios que tenga cada uno. Moisés está a la altura del paradigma de fidelidad típicamente judío discutiendo con Dios ¡y ganando! Dios se queja a Moisés: "tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido" (verso 7), y se dispone a destruirlo. Pero Moisés le recuerda que se trata del pueblo de Dios, el que Dios sacó de la tierra de Egipto (verso 11). Le advierte a Dios que su reputación se vería perjudicada si los destruyese ahora (verso 12) y le recuerda todas promesas hechas en el pasado (verso 13). ¿Cuál es el resultado? Dios cambia de idea (verso 14). Es una conversación dramática, como poco.
Si se toma esta historia al pie de la letra, resulta que Moisés parece mejor que Dios. Pero quizá el objetivo de la historia es que, ya que Moisés rechaza tomar a Dios al pie de la letra, nosotros podemos al menos rechazar tomar las historias de Dios al pie de la letra, incluso las historias bíblicas, cuando presentan un Dios inferior al Dios de inclusión extravagante -el Dios que Moisés, Jesús y Pablo conocían.
Cuando la gente invoca el nombre de Dios para menospreciarte a ti y tus relaciones, ¿dónde encuentras fuerza para enfrentarte a ellos y decirles: "eso no es así"? ¿Has sido capaz de hacer algo así en el pasado? ¿Hay algo que te impida hacerlo ahora?
Oración inclusiva
Dios de amor escandaloso,
tú aprecias nuestra compañía más de lo que alcanzamos a comprender,
más de lo que nos apreciamos a nosotros mismos.
Deja que tu amor abunde en nosotros y a través de nosotros,
para que nada pueda hacernos dudar de tu alegre acogida.
Amén.