Domingo 31º de Tiempo Ordinario. Año B.
La Biblia da testimonio esta semana de las posibilidades de redención dentro de familias amorosas que son don de Dios y están protegidas por las santas leyes de Dios.
Rut 1: 1-18 reconstruye la situación desesperada de tres mujeres, Rut, Noemí y Orfa, que viven en Moab. Estas mujeres luchan por la supervivencia después de la muerte reciente de sus maridos y se encuentran en la periferia social. Mientras Orfa obedece el ruego de su suegra Noemí para que regrese a la tierra de sus padres (Rut 1: 14, 15), Rut elige permanecer junto a Noemí (Rut 1: 16-18). Cuando Rut sigue a Noemí de regreso a Judá, afronta la vida como una marginada entre los marginados a causa de su condición de despreciada moabita y además por carecer ambas mujeres de hijos o maridos vivos. Aunque las normas sociales desalientan a Rut y a Noemí de constituir su relación, ellas se eligen mutuamente. Rut tiene la oportunidad de regresar a la casa de su madre y, quizá, de casarse con otro hombre. En lugar de eso, ella rechaza el potencial de un matrimonio con el sexo opuesto, eligiendo abandonar su familia biológica, sus dioses, su tierra, para quedarse con Noemí hasta la muerte (versículos 16 y 17).
A lo largo del testamento hebreo, el término que se traduce por quedarse con (mejor, tal vez, adherirse o aferrarse), que se encuentra en el versículo 14, a menudo denota un relación íntima (como el matrimonio en Génesis 2: 24 o un pacto con Dios en Deuteronomio 10: 20, 11: 22). La relación entre Rut y Noemí es una de amor leal (la palabra hebrea hesed). Es como el amor leal de Dios por Israel, que permanece constante aún cuando la relación se pone difícil. Si continuamos leyendo Rut, vemos que el pacto entre Rut y Noemí no termina cuando Rut se casa con Boaz. El hijo que Rut da a luz, es reconocido en la comunidad como de Noemí (4: 17). Noemí puso a Obed "en su regazo y lo crio" (4: 16). Hay redención en esta familia porque Rut y Noemí deciden crear su propia familia y ciudar una de otra sin cesar. Igualmente, hay redención en el amor que fluye dentro de las familias LGBT, a pesar de los intentos sociales de separalas.
¿De qué modo "elegiste" a tu familia? ¿Qué papel jugó Dios en esa elección? ¿Dónde has visto familias santas y amorosas, sean tradicionales o no tradicionales?
La redención en Rut también ocurre porque Rut, Noemí y Boaz son fieles a la ley israelita que encarna el amor y la justicia de Dios. Rut y Noemí pueden comer porque los segadores deben dejar comida detrás para los pobres (Rut 2: 1-9, Deuteronomio 24: 21). La fidelidad de Boaz a la ley del levirato (Deuteronomio 25: 5-10) le hace desear servir como un go'el, un redentor. Él se casa con Rut (y Noemí) para darle un hijo (y el apellido de su pariente difunto), además de dar protección a las mujeres. La ley israelita, un don de Dios, provee protección para la familia, también para una familia no tradicional con un marido israelita y una esposa moabita. Igual que en el antiguo Israel, se necesitan leyes en nuestra sociedad para proteger familias no tradicionales.
¿Cómo apoya tu comunidad de fe a las familias LGBT?
El difícil pasaje que hay que captar en Hebreos 9: 11-14, conecta de un modo sorprendente con esta historia de Rut y Noemí. La sangre redentora de Cristo (Hebreos 9: 12), que fluye a toda la humanidad, procede de una línea consanguínea que nace de una familia no tradicional. En Mateo 1: 1 y 5, descubrimos que Boaz, Obed y Rut la moabita, sustituta de Noemí a través de la ley del levirato, son antepasados de Jesús el Mesías.
Otros textos del leccionario para este domingo, se centran directamente en la importancia de la ley bíblica y cómo esta protege y redime a la familia de Dios. La ley hebrea es un don de Dios, no una carga. El Salmo 146 da gracias a Dios por su fidelidad y apela al testimonio legal y profético (Isaías 58, Exodo 21-23) en Israel, que demanda personas de fe para proteger a los oprimidos y marginados.
El Salmo 119: 1-8 ensalza la felicidad que resulta del seguimiento de esas leyes y la creación de comunidades justas. Las protecciones legales para los marginados son importantes para Dios, como es evidente en Deuteronomio 6: 1-9, que contiene el Shema (Deuteronomio 6: 4-5). Moisés nos recuerda que sólo Dios es Dios y que que debemos amar a Dios con todo nuestro ser. Esta devoción presupone un compromiso con la ley dada en el Sinaí, puesto que sirve como programa para construir una tierra de promisión todavía hoy. Sólo cuando deseamos crear comunidades en las que el poder está compartido y todos son tratados con justicia y rectitud, puede haber verdadera paz. Para asegurarse de que la ley está siempre en la mente del pueblo, Moisés manda que signos de la ley (mezuzahs y filacterias) se dispongan en los postes de las casas, las puertas, las frentes y los antebrazos.
¿Qué signos os recuerdan a ti y a tu comunidad el pacto de Dios contigo y la ley?
En Marcos 12: 28-34, un escriba pide a Jesús que defina el mandamiento más importante. Jesús responde que el Shema (Deuteronomio 6: 4-5) es el primero, y "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19: 18) es el segundo. Estos mandamientos resumen la ley y definen lo que significa ser una comunidad fiel y amorosa. Uno no puede amar a Dios si daña intencionadamente a su prójimo. Tomar la ley en serio requiere que las personas se esfuercen en preocuparse por relaciones justas, en las que las personas estén protegidas del odio y la violencia. La relaciones y familias amorosas son una bendición de Dios para el mundo,en cualquier forma que éstas tomen. Jesús afirma esto y nuestras legislaciones debería hacerlo también.
¿Qué legislación hay pendiente tu país para proteger a las familias LGBT? ¿De qué manera el mandamiento de amar a Dios y la prójimo pueden dar forma a tu comprensión de las leyes civiles?
Oración inclusiva
Dios fiel y amoroso
ayúdanos a promover tu deseo
de leyes y políticas
que protejan a aquellos que están marginados.
Tú has creado familias leales y amorosas
dentro de la comunidad LGBT.
Que tu mandamiento de amar a los demás
mueva a todas las personas
a apreciar y proteger los santos vínculos
que tú has creado entre tu pueblo.
Amén.